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Opinión

El Rey dice basta ya a Sántxez

Aunque dicen que lo va confesando por ahí entre sus allegados, tampoco hace falta ser Einstein redivivo o gozar del coeficiente intelectual de Stephen Hawking para deducir que Pedro Sántxez —con ‘t’ y ‘x’ para tener contento al terrorista Otegi— quiere ser el primer presidente de la Tercera República. Normalmente, las cosas suelen ser lo que parecen. El caso es que Moncloa no había tocado históricamente mucho los pelendengues hasta ahora al inquilino de Zarzuela. Ni Suárez con Don Juan Carlos —bueno, aquí más bien fue al revés—, ni Felipe con el que colegueó el Rey padre hasta extremos cuasipornográficos, ni tampoco Zapatero, menos aún un Mariano Rajoy que fue impecable en el respeto a la Jefatura del Estado. Sólo Aznar paró los pies al monarca pero por motivos diametralmente opuestos a los de Pedro Sántxez. En el caso del mejor presidente de la democracia fue porque no soportaba ni las corruptelas de Don Juan Carlos ni sus caprichitos de jeque árabe, léase el yatazo real o esos ferraris y porsches que le pirran. El socio de Otegi y el golpista Junqueras desprecia y ningunea a Felipe VI no porque le caiga mal o porque no crea en la monarquía parlamentaria sino porque quiere su puesto y Begoña Gómez el de la Reina Letizia. Por eso le impidieron acudir a Barcelona a entregar los despachos a los nuevos jueces, por eso retrasaron y luego minimizaron su speech a la nación tras estallar el Covid, por idéntica razón le hicieron ir el lunes a escondidas a entregar el Cervantes al gran Margarit y por este exactito motivo intentaron colar en el discurso de Don Felipe una coletilla para que defendiera la necesidad de una Ley de la Corona. Una sugerencia-trampa que hubiera constituido una nueva humillación forzada ante 8 millones de españoles, amén de suponer un trágala ridículo teniendo en cuenta que la monarquía está perfectamente regulada en la Constitución. Tal y como adelantó Okdiario, Don Felipe dijo “no” a las presiones sicilianas del presidente, de su vicepresidenta primera y de adláteres varios. Y no hubo una sola línea a la Ley de la Corona socialpodemita. El monarca no se achicó. Y fue más allá en su lista de recaditos. Su “todos tenemos el deber de respetar la Constitución” fue una carga de profundidad a un Pedro Sántxez que se la salta día sí, día también, no sólo pactando con terroristas o golpistas sino, por ejemplo, intentando ese golpe de Estado judicial que de momento no está abortado ni mucho menos. Recordó la necesidad de una “España unida” frente al chantaje mafioso de los socios proetarras y golpistas de Sántxez que, dicho sea de paso, les está aceptando prácticamente todo jibarizando la estructura del Estado en el País Vasco y Cataluña. Por cierto: ayer y anteayer por la noche me tronchaba viendo las portadas de los medios socialcomunistas criticando al Rey por no haber mencionado a su padre ni  la corrupción de su padre. O están sordos o son tontos, no hay más opción. ¿Qué parte de “los principios éticos nos obligan a todos por encima de cuestiones personales o familiares” no entendieron? En fin, una soberana leche, y nunca mejor dicho, de un Don Felipe que empieza a estar hasta el lugar donde la barriga pierde su casto nombre de esta gentuza de gobernantes que nos ha caído en desgracia. Siga así, Majestad.

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