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Mar en calma

El deporte une

No es boicoteando a deportistas ni interrumpiendo sus pruebas como se consigue la paz

La Vuelta Ciclista a España, más que una competición es un desafío de esfuerzo, superación y resiliencia en cada etapa. A base de sacrificio y perseverancia, los ciclistas logran algo tan potente, prioritario y simbólico como es unir pueblos, atravesar fronteras y recordarnos que el espíritu deportivo es universal. El deporte siempre ha unido a la humanidad, por encima de idiomas y fronteras, mientras que las decisiones políticas siguen enfrentando incluso a quienes huimos de los conflictos y solo ansiamos la paz mundial. Lo último que debiéramos hacer es responder a la violencia con violencia. Es justo ese el germen para que nunca alcancemos la paz soñada y el triste panorama que han dejado las numerosas protestas.

Resultó extremadamente doloroso ver cómo inoportunos actos violentos, incluso por parte de representantes políticos que supuestamente quieren la paz, obstaculizaban el admirable esfuerzo de los deportistas. Por supuesto que el conflicto árabe-israelí es una tragedia humana que nadie ignora, pero ¿qué culpa tienen los ciclistas? Hacen el necesario y loable trabajo que algunos políticos desprecian: llevar, con sudor y disciplina, la bandera de la paz y el entendimiento por el mundo.

El deporte une: ha sido siempre puente que facilita la empatía y la comprensión. En los Juegos Olímpicos conviven naciones enemistadas: más allá de banderas, celebramos el coraje, la humanidad y la unidad. Sin embargo la política, por los intereses que alberga, demasiadas veces separa.

No es boicoteando a deportistas ni interrumpiendo sus pruebas como se consigue la paz. Ellos son el ejemplo de que existe una forma sana de relacionarnos basada en el respeto, la convivencia pacífica de todas las culturas y religiones, incluso cimentada también en la admiración mutua. Somos capaces de convivir sin odiarnos, de competir sin machacarnos. Ojalá fuera ésta la máxima de Israel y Palestina: respetarnos y cohabitar sin destruirnos. Prueba de ello es el deporte, mientras que la violencia solo engendra violencia.