Opinión
Sánchez en pijama
El pijama ha sido la prenda «must have» de la temporada. Lo anticipó Simón con esos jerseys que más bien parecían una rebequita de felpa para estar por casa. Nuestro experto número uno ha sido un adelantado en la pasarela Covid, un visionario que ha recibido el alma reencarnada de Pierre Cardin. Un prescriptor al que le falta una cuenta de instagram para que le demos «me gusta» al modelo elegido. De los príncipes de Mónaco a Belén Esteban (la televisiva, además, añadía las croquetas) las felicitaciones han llegado con esa prenda estrella, que es el esmoquin de una era en zapatillas. Es lo que olvidó Pedro Sánchez, ayer, cuando salió, urbi et orbi, para darnos la buena nueva. En pijama todo es más creíble, hasta lo inusitado. Incluso lo ridículo. Que no digo que nuestro representante en la Tierra no fuera bien con su uniforme de traje «slim fit» azul y la corbata granate, pero ese punto pijama lo hubiera acercado a la audiencia, porque si alguien es capaz de aparecer de esa guisa es que lo va a contar es verdad. Mr. España se ha convertido en Mr. Vacuna, no de la que esquiva el virus sino la que inocula anticuerpos del disparate. Así, la Corona debe adaptarse a los tiempos. O sea, Felipe VI ante el belén con el pijama rojo y una mordaza en la boca, debidamente adornada con motivos renales, de reno, que para excesos viscerales ya está el Gobierno haciendo de Poncio Pilato e indultar a Barrabás en lugar de al propio Rey. El que dijo en nombre de los españoles que aquello que intentaban estaba fuera de la ley. ¿O no era así? Pedro Sánchez anticipa la ley Celaá y nos trae el examen del repetidor con la aquiescencia de un grupo de expertos. Nunca se criticará lo bastante, pero en el fondo resulta enternecedor. De tan malvada, la fórmula es naif. Engañarnos con pruebas pseudocientíficas es la peor manera de bastardear la política. Un disfraz negacionista. Como si el balance de la pandemia la hiciera Miguel Bosé. El presidente se nos muestra como apéndice de una pegatina, que es para lo que ha quedado la bandera de España. Faltaba James Rhodes en pijama tocando el piano para rematar una estampa con chimenea en la que sin saberlo estamos ardiendo todos.
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