Opinión

Victoria

Ella siempre fue echada pa’lante, osada, divina y la mejor actriz del mundo mundial. Pero como la perfección es aburrida, también demostró desde sus inicios su intensidad extrema y agotadora y su capacidad para meterse en los charcos más profundos, sin pensar en que se le podía empapar hasta la ropa interior. Victoria. Inigualable, sí.Pero con tanto carácter como para creer que sus propios espejismos son ciertos. Ella será, la próxima semana, premio Feroz a la trayectoria profesional. Y la tiene impecable. Lo que le falta es humildad. Y formación para saber que no sabe de tantas cosas y que sobre algunas sería mejor que no se pronunciase. Y menos aún aprovechando la rueda de prensa de unos premios cinematográficos, que ha dejado manchados con sus tonterías, que hubiera sido mejor que derramara en las redes, donde tanta cobertura se da a los tontos. No ha podido evitarlo y ha hablado. Y la ha cagado. Su discurso sobre «coronacircus», «plandemia», «cobayas humanos para las vacunas y muertos», refrendado, ay, «no por los medios sino por los foros científicos de Internet», ha evidenciado su ignorancia y su soberbia. Victoria, querida, pasan los años y sigues siendo bella y magnífica, pero también irrespetuosa y ridícula. Tanto como para que tu falta de conocimiento te lleve a mentir creyendo que dices la verdad. Vivimos en un mundo pseudoconfinado, pero cercado por la arrogancia. La tuya, como la de Bosé, da miedo, porque os ha alejado tanto de la realidad como para que penséis que por cantar o interpretar ya sois voces cualificadas no para opinar –que puede hacerlo cualquiera– sino para aleccionar...