Política
Esperando a Godot
España se encuentra en estos momentos en una encrucijada: en medio de un pandemia mundial gravísima, con una depresión económica que en nuestro país adquiere rasgos propios y más severos, y con una crisis constitucional provocada por la tensión a la que está siendo sometido nuestro sistema institucional desde un Gobierno en el que está presente un partido populista, radical y de ideología comunista, junto a otro, el PSOE, que no debiera nunca anteponer los intereses de Pedro Sánchez a los de su partido y los del Gobierno que preside a los del Estado. La combinación de todos estos elementos, lo hemos dicho más veces, es letal. Sin embargo, bastaría con que una parte de la mezcla cambiase, para que los riesgos se redujesen de una forma drástica. Me refiero al Partido Socialista Obrero Español, una de las dos grandes fuerzas políticas de nuestro país, junto al Partido Popular, y la que durante más tiempo ha gobernado España desde el año 78. Una fuerza política que, con luces y sombras, nunca había abandonado tanto, tan intensamente y durante tanto tiempo, la centralidad, la moderación y el sentido de Estado que precisa la gobernabilidad de la nación. A veces asistimos a una deriva radical del PSOE para mantener la parte minoritaria del Gobierno, así como para ganar los apoyos externos que ha elegido, son, hoy por hoy, los mejores vientos y lluvias para una tormenta perfecta que ponga en riesgo el futuro de libertad y convivencia que se trazó en la transición democrática y que definió nuestra Constitución. Por eso, en este momento crucial, la tarea más trascendental que los demócratas debemos acometer es conseguir que uno de los dos partidos que han gobernado España, parte de la arquitectura institucional que ahora se está sometiendo a riesgos y tensiones máximas, recupere la cordura constitucional. Es necesario que desde dentro de sus filas aparezcan las voces que representan a esa izquierda honesta intelectualmente, tolerante con el adversario, constitucionalista y patriótica. También que los ámbitos intelectuales que siempre han representado a esa izquierda responsable y con sentido de Estado, así como los medios de comunicación más afines, inviten al Partido Socialista a recuperar el camino de la templanza, así como la ambición de volver a dirigirse al conjunto de los españoles, con altura de miras, sin cortoplacismos suicidas, y sin la permanente presión de lo efímero. Quien gobierna no puede hacerlo pensando en solo unos pocos, o en el próximo tuit, es necesario que lo haga pensando en España. Nuestro país necesita que vuelva el PSOE, sin la mala compañía de esa ultraizquierda deshonesta y radical que insulta al que piensa diferente, porque si no será cómplice de un supremacismo ideológico intolerable y también de un proyecto disolvente para nuestro sistema político y nuestra forma de vida. Un partido democrático y constitucional de verdad, cuyo papel histórico es innegable, merece dar una imagen mejor de si mismo. Y los españoles necesitan que lo haga cuanto antes. Para ello necesitamos un gran ejercicio de compromiso con el futuro que mantenga la prosperidad de España.
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