Opinión
«Para que haya un juez en Berlín»
«Grave daño el que se está provocando a la Justicia»
El espectáculo ofrecido a cuenta de la renovación del órgano de gobierno del Poder Judicial está erosionando la calidad de nuestro sistema constitucional en tiempos en que no anda sobrado de credibilidad precisamente.
No es de recibo afirmar que el nombre de un magistrado impide cerrar el acuerdo para renovar el CGPJ ni como pretexto ni como realidad. La separación de poderes entre el Ejecutivo y el Legislativo es una ficción que se resume en que tenemos un único poder real –los partidos políticos– que nombran al Gobierno y las candidaturas al Congreso.
Pero queda un resquicio de luz acerca de la independencia del tercer poder del Estado, constituido en estos momentos en última frontera de la necesaria garantía de igualdad de los ciudadanos ante la ley. Afirmar con convicción que «hay un juez en Berlín» –como se atribuye a Federico de Prusia– requiere de un juez independiente, pero también que se le designe para ese sensible destino, lo cual compete al gobierno de los jueces.
Éste es el que se está negociando cual botín de guerra por el todavía bipartidismo imperfecto. Las proclamas de unos y otros de un gobierno de los jueces «elegido de entre los jueces y por los jueces», es discutible, pero lo vigente no es de recibo. Un juez bajo sospecha de haber sido cooperador necesario para una exitosa moción de censura no puede ser árbitro ni de un partido de futbolín.
Grave daño el que se está provocando a la Justicia: Dejemos «que haya un juez en Berlín».
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