Opinión

La ejecución sumaria de Aguado

Este tipo de partidos tan personalistas no consiguen sobrevivir cuando desaparece su fundador

Me encanta la Nueva Política. Los que llegaron para renovarlo todo resulta que copian la Vieja Política sin ningún matiz. Tanto Ciudadanos como Podemos eran los grandes renovadores, unos a la derecha y los otros a la izquierda, pero coincidían en que nos iban a dar lecciones. Era interesante constatar que se detestaban. Iglesias consideraba que Rivera y los suyos no eran más que unos vendedores de preferentes o que los candidatos eran elegidos en un casting. La verdad es que esto último me hizo reflexionar, porque efectivamente se trataba de buscar gente «guapa». No sé si era una casualidad o la consecuencia de una estrategia consciente para causar un buen efecto entre el electorado. En estos tiempos tan mediáticos, lo único que importa es la imagen. En cierta ocasión, Rajoy me dijo irónicamente que si esto era lo que querían los votantes lo mejor era buscar actores y actrices. No sería una mala solución. Los candidatos se eligen por su físico, se les coloca un telepronter y que sean bustos parlantes. Por tanto, los de Ciudadanos eran gente chic y los de Podemos activistas inexpertos a la búsqueda de una revolución.

El problema es que ambas formaciones están en declive. Una ha sido repudiada por su fundador y la otra contempla sorprendida que el mesías del populismo camina con paso firme al desastre. Este tipo de partidos tan personalistas no consiguen sobrevivir cuando desaparece su fundador, porque coinciden en un desaforado culto a la personalidad. El otro día contemplé estupefacto la ejecución sumarísima de Aguado, exvicepresidente de Madrid. Fue uno de esos actos inmisericordes en los que no sólo se acaba con su carrera política, sino que se le exige la humillación de acompañar a su sucesor y decir que la elección había sido idea suya. Lo siento mucho por Aguado, que no merecía semejante perrería. Es lo que le pasó hace unos meses a Iceta, aunque con la diferencia de que fue premiado con un ministerio. Ya se sabe que cualquier político acepta un ministerio, aunque sea de aguas fluviales. Esto siempre me ha divertido, porque cuando estudiaba el sistema de reinos satélite de Napoleón encontré que su hermano Luis, el rey títere de Holanda, había creado en 1809 un ministerio de la Gestión del Agua (Watterstadt), que en los Países Bajos es un tema fundamental, ocupado por Twent Van Raaphorst. Aquí tenemos uno de Consumo para que Garzón tenga coche oficial.