Opinión

El fin del Puigdemont ecuatoriano

Correa encarna una versión ecuatoriana y bolivariana de Puigdemont

La República del Ecuador pasó el domingo el ecuador entre su pasado y su futuro, desde el fantasmal Rafael Correa hasta llegar al vencedor Guillermo Lasso. El primero desde 2007 sermonea a sus seguidores, empezando por la Presidencia del país y después desde Bruselas –donde, cual Puigdemont ecuatoriano, ejerce como prófugo de la justicia por corrupción–, y se presenta a las elecciones mediante vicarios. Correa personifica a la izquierda populista bolivariana en línea con Evo Morales, Maduro y el grupo de Puebla, anterior Foro de São Paulo, aquí representado por Podemos.

Este domingo su candidato, vencedor de la primera vuelta, fue derrotado por Guillermo Lasso en la segunda, tras subir 30 puntos de apoyo, uniendo a todo el espectro político que está deseando evadirse del lamentable pasado del «correismo». Correa encarna una cuasi perfecta versión ecuatoriana y bolivariana de Puigdemont y, desde sus residencias belgas, pueden compartir veladas departiendo sobre la regeneración democrática y la liberación de los pueblos oprimidos –siempre españoles– de los conquistadores del siglo XVI uno, y de los colonizadores actuales el otro, mientras ellos padecen el exilio democrático.

La colonia ecuatoriana es muy numerosa entre nosotros y será interesante conocer su voto mirando como referencias a Iglesias y Puigdemont. Esperemos que los oprimidos seguidores del huésped de Waterloo imiten pronto a los hermanos de la querida República americana, patria del prócer Gabriel García Moreno.