Fútbol

La cabra Hennes VIII o el fútbol que nos parió

Mirado de cerca, ¿quién no está un poco cabra? Y el fútbol es, algunas veces, aquel lugar en el que te esperan

Por el fútbol, me hice 14 horas en una furgoneta en la que íbamos 7 personas. Dormimos en una gasolinera, muy cerca ya del destino, porque era donde el conductor dijo que ya no podía más. Aparcó en vertical en un sitio horizontal. No nos dimos cuenta hasta la mañana siguiente cuando todos teníamos el cuello duro y dolorido.

Por el fútbol he viajado en un avión de noche, he dormido tres horas, me he pasado todo el día de pie, haciendo un turismo somnoliento e inútil hasta que empezase el partido y luego he regresado, tras esperar horas en un aeropuerto en el que cualquier esquina era una cama.

Nos podemos poner poéticos, como a veces hacemos, para justificar tanta tontería, tanto gasto sinsentido o tanta pasión malgastada en un balón y hacemos como que no vemos que hasta hace tres días el fútbol ha sido un rincón masculino y misógino y que hoy arrastra miles de tics machistas que vete tu a saber cuándo se van, si es que se van. Dice Ana Iris Simón en su emocionante «Fiesta» que hay un momento en el que las mujeres dejan de jugar, qué no sabe por qué, pero ocurre. Puede ser o puede que llega un momento en el que a las mujeres lo que no les apetece, en su tiempo de ocio, es competir.

El fútbol aún ocupa gran parte de mis mensajes de whatsapp y es, sin duda, la mejor puerta para entablar conversaciones con un desconocido. Por el fútbol, en Colonia (Alemania), están tristes porque ha muerto la cabra Hennes VIII, la mascota del club de fútbol, la octava de un linaje que se remonta a los años 50 cuando un circo pasó por la ciudad y regaló una cabra al equipo de fútbol. Como el entrenador se llamaba Hennes Weisweiler, a la primera la llamaron Hennes y así han seguido las nueve siguientes. La octava estaba ya jubilada y pasaba sus últimos años en el zoo. A la última, la que sigue viva, Hennes IX, un cuidador va a buscarla al zoológico, la mete en el camión y la lleva a los partidos que juega en casa el Colonia.

Ya se lo digo yo: no, nunca han preguntado a las pobres cabra si les gusta...Si al menos les dejasen comer el césped.

Conozco, en fin, una pareja que tras vivir muchos años fuera de España, al volver, lo primero que hicieron tras interminables horas de viaje, esperar en aeropuertos, maletas gigantescas y desordenadas, el jet lag y ese cansancio que pesa en los ojos, lo primero que hicieron fue dejar los paquetes al padre de ella y antes de poner un pie en casa, se fueron a ver un partido al Bernabéu.

Hay que estar cabra para hacer eso, pero mirado de cerca, ¿quién no está un poco cabra? Y el fútbol es, algunas veces, ese lugar en el que te esperan.