Opinión

La memoria de las hamburguesas

Percival posee la mayor colección del mundo de muñecos procedentes de menús de comida rápida del mundo

Me rodea un inquietante silencio y en los huecos libres de aparcamiento en mi calle pueden aterrizar tranquilamente los modelos tochos de Boeing. Mi barrio parece Comala después de comer y, a falta de estadísticas oficiales, trazaré otra radiografía del madrileño en San Isidro, porque yo lo valgo. Las cañas y las terrazas no son suficiente para mantener a mis vecinos en su ciudad más tiempo de lo que el guion exige. Mando mensajes incluso a los grupos de Whatsapp donde jamás participo pero solo contesta el eco. Pregunto: ¿hay alguien ahí? Como no miraba nadie, me fui a comer a un McDonald’s y me acordé de mi nuevo ídolo, Percival Lugue.

Detrás de ese nombre de caballero andante vive un filipino de 50 años. Percival posee la mayor colección del mundo de muñecos procedentes de menús de comida rápida del mundo. Tiene 20.000 juguetes en su vivienda, construida en Apalit, en Pampanga, una provincia al noroeste de Manila, y adaptada toda la casa en torno al centro de su obra. Para entender la dimensión de su antología, pensemos que recibió un Premio Guinness cuando su repertorio rondaba los 10.000 muñecos, hace siete años. Desde entonces, ha doblado su colección permanente.

Salgo del McDonald’s como la morsa de Pueblo Nuevo. Me siento peor que cuando volví de aquel Primavera Sound y estuve cuatro días agonizando y vuelvo a pensar en Percival Lugue. Asegura que empezó a coleccionar con cinco años, a la vez que brotaba su afición por la gastronomía de Burguer King, McDonald’s y otras variantes locales como Jollibee, el favorito de su país. Cuarenta y cinco años, ya les hago el cálculo, son 16.425 días (no cuento los bisiestos que me da mucha pereza). Supongo, que como todos los museos, habrá recibido donaciones de mecenas culturales, pero prefiero no pensar cuántas veces Percival ha campeonado por estos establecimientos para pedir un menú completo y salir con su trofeo. Dice el coleccionista filipino que está pensando en abrir una galería física para que todo el mundo pueda revisitar a sus ídolos de infancia y desencadenar el proustiano efecto de desenvolver una hamburguesa. En España se han abierto «museos» con menos, así que tampoco sería tan extraordinario. Según declaró nuestro campeón a Reuters, «el juguete es un narrador en sí mismo. Te cuenta cosas de la sociedad de cada momento, de lo que estaba de moda, los gustos, y de quién eras tú a lo largo del tiempo». Seguramente, nuestro paladín era más delgado. Percival tiene 50 años y eso ya es un milagro. Esta noche ceno gallinejas.