Cuba

Hambre

La tiranía hoy sigue siendo aplaudida por cierta ideología europea

La dictadura se está asociando con la tiranía, formando una aleación. La dictadura es un gobierno impuesto con fuerza y violencia por parte de un pequeño grupo sobre el resto de la sociedad, a quien reprime y priva de sus derechos más fundamentales usando para ello un variopinto catálogo de brutalidades. Los clásicos, desde Platón a Aristóteles, definían la tiranía como una forma perversa de gobierno unipersonal –una Sociedad Limitada, diríamos hoy–, que busca la supervivencia del tirano usando el terror como principal (o único) argumento. Los griegos antiguos no conocían Cuba. Y si la hubiesen podido estudiar, quizás dudarían entre calificarla como dictadura o tiranía, pues su ciclo vital –ha superado todos los récords de esperanza de vida– es tan amplio que ha trascendido la existencia terrenal de Fidel Castro y devenido en una suerte de monarquía comunista testamentaria. A Lenin lo momificaron para que, más allá de la muerte, su presencia continuase irradiando majestad, reverencia y temor disecados ante un pueblo sometido que fiaba su vida al amado líder. Fidel no ha precisado ser momificado porque sigue siendo soberano en el imaginario trasnochado de los años 60, que sí está bien embalsamado, ése que adoraba a los barbudos revolucionarios de gatillo fácil y se rendía ante el terror diciendo que el fin justifica los medios. (¿El fin, qué fin?, ¿la miseria y la opresión de la mayoría son un fin…? ¿O lo es el confort de la élite, que nada en la abundancia mientras los ciudadanos cubanos, como mucho, se hacen balseros para nadar en la nada?). La tiranía, que no estaba bien vista ni en la Roma de Tarquino el Soberbio, hoy sigue siendo aplaudida por cierta ideología europea que en su momento llevó sus ideas al taxidermista. Por eso, mientras en Cuba muchos piden comida y salud (casi más que libertad), manifestándose por pura hambre, el castrismo combate al grito oxidado de «¡Patria o muerte!», exigiendo otros 62 años, siglos, milenios…, para construir su famélico paraíso comunista. (O sea, la mayoría hambrienta para que unos pocos tengan el estómago bien lleno. Todo lo demás, es lo de menos).