Opinión

Sánchez se coloca todas las medallas

Los populares deberían asumir que su papel es ejercer de palmeros gubernamentales

Los balances políticos son siempre eufóricos. No conozco ningún caso en el que un presidente haga lo contrario. Por tanto, Sánchez no defraudó con el suyo de fin de curso, aunque al menos hay que reconocer que no se otorgó la matrícula de honor. Como era previsible, la oposición respondió arremetiendo contra el inquilino de La Moncloa e intentando aguarle la fiesta. Nada que nos tenga que sorprender, porque la política en los tiempos que vivimos es sobre todo propaganda. No hay límite en uno u otro sentido. Sánchez considera que España es medalla de oro en vacunación y si lo equiparamos a los Juegos Olímpicos el equipo gubernamental ganaría en todas las categorías y deportes. No habría containers suficientes para traer las medallas de oro, plata y bronce que lograría el equipo de campeones que nos gobierna. En cambio, la oposición les ofrece una sucesión ininterrumpida de clamorosos suspensos, porque ya se sabe que Sánchez nunca hace nada bien y en sentido contrario Casado nada puede esperar de su rival que considera que merece un suspenso universal.

Y lo dejó muy claro atacando a la «oposición destructiva» del PP, algo que recibirá la fervorosa adhesión de la izquierda política y mediática, porque los populares deberían asumir que su papel es ejercer de palmeros gubernamentales. Esto les permitiría recibir una cierta simpatía, una palmadita en la espalda y algún editorial favorable. No será posible, Casado definió el balance de «club de la comedia» y con gran generosidad le otorgó la medalla de oro en destrucción de la economía. Por supuesto, Abascal fue más allá y optó por ir en la línea de la polémica por los elogios físicos recibidos en su viaje a Estados llamándole «narciso». Alfonso Guerra llamó «tahúr del Mississippi» a Adolfo Suárez, ahora tan admirado y respetado por todos. No hay duda de que entonces se veían muchas películas del Oeste. En cambio, ahora no hay esa moda y la gente joven tendría que acudir a Wikipedia para entender la analogía. En todo caso, forma parte de la ruda dialéctica entre gobierno y oposición. Lo más relevante es que Sánchez hace su papel de oposición de la oposición y sumo sacerdote de la recuperación desde la ventaja que le otorga La Moncloa. No quiere convencer a la oposición, sino a los suyos.