Madrid

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Asusta tanta madrileñofobia, los ataques zafios y aviesos, descarados

¿Impuestos extra para Madrid «por ser Madrid»?, ¿acaso no basta el impuesto añadido que, verbigracia, pagan los madrileños por la vivienda? Precios que en otras comunidades darían para alquilar mansiones, en Madrid no costean ni un sótano sin ventilación. Con lo que vale comprar un bajo en Villaverde se puede adquirir un casoplón en Almagro (Ciudad Real) preciosa ciudad patrimonio de la humanidad. Mientras que en la calle Almagro de Madrid ese dinero no serviría ni para adquirir un trastero tipo cueva que hubiesen rechazado hasta para grabar películas sadomaso en la Transición. Los precios de una peluquería madrileña son el doble de lo que se paga por igual servicio en un establecimiento de la fronteriza Guadalajara, que se beneficia de su proximidad a Madrid y alberga incluso a medallistas olímpicas (Ana Peleteiro, la venezolana Yulimar Rojas), que tendrían que abonar un dineral por un alojamiento en un barrio de tipo medio en Madrid, cuando en Guadalajara un estipendio modesto permite disponer de casa decente a precio razonable… O sea, que asusta tanta madrileñofobia, los ataques zafios y aviesos, descarados, a los habitantes de una comunidad que ya paga demasiados peajes en el coste de la vida en comparación con casi todas las demás, y que a pesar de ello es capaz de mantener un dinamismo económico, cultural y vital digno de respeto. Los tiempos han cambiado, ya no vivimos en la España franquista, centralista, donde la capitalidad era un plus que beneficiaba (y entonces tampoco se podían hacer unas cuentas tan simplistas). Madrid hoy atrae población y talento porque es cosmopolita, guapa, moderna, trabajadora, chulapa, canalla pero acogedora (en todo, excepto en el coste de la vida)…, porque no le pregunta a nadie de dónde viene ni quién es. Porque abre los brazos al recién llegado, no lo atosiga, adopta sin prejuicios al forastero, no lo amedrenta con trasnochadas imposiciones lingüísticas o ideológicas sino que incorpora usos, costumbres, culturas, avances…, de cualquier parte de España y del mundo. Y es una ciudad vieja, pero cada día más joven porque –desde que la Movida le sacudió la caspa del pasado–, solo mira hacia delante.