Política

Una izquierda sin intelectuales

«La neoizquierda no tiene quien le escriba y arremete contra los ácratas»

La neoizquierda, o como quieran llamarla, acaba el verano con muchos deberes por terminar. Quiere rearmar su inteligencia pero solo encuentra cadáveres, que son fáciles de manipular, ya no hablan nuestra lengua y no pueden aparecer en televisión con buena cara, así que se junta a Lorca con Dalí como si acabaran de pasar una noche de pasión desesperada y ya vale como argumentario. El sudor de las dos novias como si fuera el vestido manchado de Monica Lewinski. Las ideas de los intelectuales que ya no escriben en los periódicos antaño faro de la progresía o lo siguen haciendo porque aún no les ha llegado la guillotina, no casan con el ideario de esta nueva zurda que no busca la igualdad sino redefinir conceptos. Los pensadores que la apoyan aportan ridículos escritos, como para decirles: «Sue Ellen, estás bebida», o bien otros cuyo principal argumento es estigmatizar a la derecha por hablar con normalidad de Lorca, Orwell o Chaves Nogales, o sea, puede resultar un discurso interesante pero a la contra, lo que al cabo provoca recelo por muy bien que se redacte. Lo que escriben Félix Ovejero, Fernando Savater o Félix de Azúa no concuerda con los partidos a los que un día defendieron, y viceversa. Para la neoizquierda son ramas podridas de un árbol viejo que solo espera dar sombra a los afligidos por la pérdida. Digamos, que, según el antiguo parecer de la Iglesia, están en el limbo, de la misma manera que los nuevos defensores progres anidan en el nuevo infierno donde ya no hay llamas ni tridentes sino la ausencia. En ese vacío se mueven como nadando en una isla sin salida por la que el tiempo pasa deprisa tal que en una mediocre película que acabo de ver mientras degustaba unas palomitas y el cerebro se alegraba por el crujir del maíz entre los dientes. La izquierda no tiene quien le escriba y arremete contra los ácratas, liberales o sinvergüenzas con un gin tonic que se alzan contra sus enseñanzas por ser más libres que ellos para opinar. Sacan el revólver con pólvora mojada y, claro, chico, en el bar o tienes una pistola o unos guantes de boxeo una vez aprobada Filosofía.