Partido Popular
La crisis del PP
Los diputados del PP expresan en privado su desconcierto por esta crisis que, si no se zanja, puede conducir a Pablo Casado al abismo de su fracaso
Los verdaderos líderes, los que levantan imperios, los que logran éxitos perdurables en el tiempo, son aquellos que, conscientes del talento y de las cualidades de quienes le rodean, se dedican a potenciarles, nunca a esconderles. Saben hacer equipo con los mejores, con los que reúnen más cualidades, con los más empáticos, de perfiles ideológicos variados, con personas de todas las edades, con diferentes puntos de vista. Sobre todo, los verdaderos líderes buscan a los tan o más preparados que ellos mismos. Solo así se materializan objetivos relevantes a medio y a largo plazo. Esto vale para todas las profesiones, incluida la política.
Cuando un líder se siente inseguro, poco carismático, tiende a desconfiar del mundo laboral que le rodea, solo admite a un mínimo núcleo de confianza. Junto a esos pocos colegas -que suelen darle siempre la razón, temerosos, no vayan a caer ellos también en desgracia-, se dedica a trabajar para sí mismo, en un torpe ejercicio de egoísmo. Coloca solo a los suyos a los mandos. Con el tiempo, arrincona y acaba echando de su lado al que perciba que despunta. Y un día, el líder inseguro acaba cayendo irremediablemente al abismo del fracaso.
Ahora que las encuestas vaticinan una victoria del PP junto a VOX si se celebraran elecciones, justo ahora estalla una guerra interna en Madrid que la militancia popular no acaba de comprender.
Es cierto que la actual cúpula de Génova, con Pablo Casado y Teodoro García Egea a los mandos, ha tenido que hacer durante muchos meses una compleja “limpieza de cargos”, para que nadie les acuse de mantener en puestos relevantes a figuras con un pasado vinculado, de alguna manera, a casos de corrupción.
Pero se equivocan estrepitosamente en estos momentos, tratando de impedir que Isabel Díaz Ayuso esté al frente del partido de la Comunidad que ella misma preside. Una más que lógica aspiración, teniendo en cuenta que el resto de los presidentes autonómicos del PP -Moreno, Mañueco, Feijóo, López Miras- también están a los mandos de sus respectivas formaciones regionales.
Casado confió en su día en Díaz Ayuso, pero no olvidemos que su puesto se lo han otorgado los votantes madrileños. Ganó con contundencia las elecciones de la Comunidad y, con esa victoria, levantó los ánimos de un PP hundido meses antes, en Cataluña. Resulta innegable que, con el paso del tiempo, ha ido creciendo políticamente. Durante la pandemia se ganó las simpatías de los hosteleros, acaparó titulares guerreros, su popularidad subió como la espuma. ¿A qué viene ahora cortarle las alas? Sobre todo, ¿a qué viene enfrentar a Ayuso con el alcalde Martínez-Almeida en unas primarias? Sus votantes no lo comprenden. Los diputados del PP expresan en privado su desconcierto por esta crisis que, si no se zanja, puede conducir a Pablo Casado al abismo de su fracaso.
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