Internacional

Parwana

La escena de la atrocidad nos enfrenta a los demonios de nuestras limitaciones

Hoy quería recordarles que ya han pasado tres meses desde que Kabul fue la capital del mundo. Aquellos días de agosto en que las tropas internacionales salieron atropelladamente de Afganistán y todas las miradas se dirigieron allí, como observando a cámara lenta el modo en que su población, en general, y sus mujeres, en particular, se deslizaban hacia el espanto del yugo talibán. Hoy quería contarles cómo aquellos augurios, los peores, se han transformado en certezas: Acnur cifra en 3,5 millones los desplazados internos (el 80% mujeres y niños) y en 2,2 millones los refugiados en Irán y Pakistán, el 45% de los hogares del país ya sufre desnutrición y Unicef calcula que 2,2 millones de niñas siguen sin estar escolarizadas. Hoy quería relatarles ese horror, reconstruirlo y denunciarlo a través de cifras, datos y testimonios de quienes pudieron escapar a tiempo, pero el horror apareció en un vídeo de la CNN de apenas un minuto y veinte segundos: la venta de una niña de nueve años a un pedófilo por dos mil dólares. Y ya no hubo espacio para más. La tragedia de la pequeña Parwana es la tragedia afgana. Más allá de su obscenidad y crudeza, la secuencia reactiva todas las dudas sobre cómo reaccionar ante el sufrimiento ajeno (eso que tan bien plasmó Susan Sontag), cómo no reducirlo a una imagen más de nuestra dosis audiovisual diaria y cómo no convertirnos en meros espectadores de dramas ajenos. La escena de la atrocidad nos enfrenta a los demonios de nuestras limitaciones. Una sociedad hiperinformada e hiperconectada que a veces, demasiadas, revela incapacidad para resolver. Ni uno solo de los artículos, ni de los tuits ni de las muestras de solidaridad que eclosionaron hace tres meses en torno a Afganistán ha permitido salvar a Parwana. Y aunque haya días, como hoy, en que algunos gestos se confirman inútiles y en los que la tentación de anclarnos a la frustración se hace sólida, tenemos la obligación de recordar a las niñas y a las mujeres afganas y no condenarlas al silencio. #afghanistanwomen