Asamblea de Madrid

La fotopene como último símbolo de la gilipollez

Hágame caso, bloquee a los guarros de su cuenta y dedíquese a buscar soluciones adultas. Para chivarse a la seño de que le han tirado de las trenzas siempre tendrá tiempo

Hay que tener alguna célula averiada para andar mandando fotos de los genitales por teléfono. Debe ser muy desagradable encontrarte con algo así. Peor aún es mostrarla al hemiciclo de la Asamblea de Madrid, y a toda España, para concienciar sobre los males del ciberacoso sexual, como hizo la señora Arenillas esta semana. A los móviles llegan cosas que nunca creeríamos, pero no a usted, que al cabo es personaje público, sino al del común. Digamos que el acoso no es solo sexual y no solo lo padecen las mujeres. Basta un vistazo al twitter de algunos periodistas para ver que reciben peores mensajes que una verga de un señor al que puede bloquear y santas pascuas. Esta manera espectáculo de hacerse de nuevo la víctima es una pacatada más del feminismo errático. La fotopene, o la fotopolla, no es peor que a uno le llamen maricón fascista o que te deseen la muerte por defender los toros. La violencia digital camina en todas direcciones, no solo en la erótica con la que Arenillas obtuvo su minuto de gloria en las redes sociales. No hay que confundir una guarrada con un síntoma de machismo cibernético por muy cierto que sea que los hombres tendemos a concentrar en el órgano sexual muchas de nuestras alegrías y decepciones desde que nos duchábamos en el colegio.

A las chicas consultadas por este Tezanos pequeño que me estoy marcando no le gustan recibir fotopollas. Así que, por favor, absténganse. No es no. De ahí a construir de una cochinada una categoría gloriosa existe un mundo con mil volcanes de por medio. Querida, la violencia digital, el acoso por la redes en general, es otra cosa y si usted se queda en la anécdota desbarata la posibilidad de ir al punto G de la cuestión. Si su intención es dar una patada en los huevos no se quede en el escroto. Cualquier pintada en los baños de una gasolinera causa mayor sonrojo. También violentan los que discrepan de mis opiniones, guardianes de lo políticamente correcto dispuestos a cancelarte por no estar de acuerdo con la magnitud de las fotopenes, como es el caso.

Arenillas debería consultar con el alcalde Almeida, al que llamaban carapolla con gran regocijo de su bancada, para testar la opinión de alguien violentado por la comparación de la parte por el todo. Hágame caso, bloquee a los guarros de su cuenta y dedíquese a buscar soluciones adultas. Para chivarse a la seño de que le han tirado de las trenzas siempre tendrá tiempo pagado por los madrileños que no recibimos ni nuestra propia esquela.