Historia
Los últimos creadores de la actual economía española
El análisis de Perpiñá ligaba la debilidad de la economía española al modelo proteccionista-intervencionista, huido además de la competencia interior
En el mundo, y por supuesto en España, tras lo sucedido con la II Guerra Mundial y con la Guerra Fría, se observaron cambios muy profundos. No se entiende mucho acerca de lo sucedido entre nosotros, sin tener en cuenta dos acontecimientos relacionados con el pensamiento económico, causa fundamental siempre de alteraciones en la política económica: la creación, en el entonces recién nacido Instituto de Estudios Políticos, de la Sección de Economía y, desde 1943, el que se pusiera en acción la Sección de Ciencias Económicas de la Facultad de Ciencias Políticas y Económicas de la Universidad de Madrid, que enlazaba, en mil sentidos, con el mensaje de quien había sido metodológicamente enemigo de Flores de Lemus: José María Zumalacárregui. Éste, primero como catedrático de Economía en Valencia, había dado lugar a una expansión de las críticas de Perpiñá Grau, autor de un planteamiento casi revolucionario, sobre todo después de su artículo, primero en alemán, después en español, titulado De economía hispana, fechado en 1935. El análisis de Perpiñá ligaba la debilidad de la economía española al modelo proteccionista-intervencionista, huido además de la competencia interior, con realidades cartelizadoras y corporativas. Añádase a esto, el papel de Manuel de Torres, quien se había incorporado a la mencionada Facultad de Ciencias Políticas y Económicas, y cuya crítica al modelo de Política Social implantado por Girón, como ministro de Trabajo, resultó fundamental.
Estos mensajes favorables a la economía social de mercado y, simultáneamente, a la libertad del comercio internacional, se vincularon en España nada menos que con la operación Valkiria, a causa de la llegada a Madrid de Stackelberg, con vínculos variadísimos, que relacionaron el cambio radical que tuvo la política económica alemana, con el modelo nacido en la Universidad de Friburgo y el grupo Ordo.
Estas nuevas ideas se integraron en la política, de manera tan destacada como especialmente ocurrió con el antiguo discípulo de Flores de Lemus, Alberto Ullastres, y por todo lo dicho, consideraron que era natural cambiar de arriba abajo la estructura económica española. Todos acabaron teniendo papeles importantes.
Recordemos el caso de Valentín Andrés Álvarez, y revisemos la colección de sus ensayos, desde 1933, recogidos en el volumen Libertad económica y responsabilidad social (1991), quien, además, puso en marcha el inicio del modelo input-output de 1954, que inmediatamente se ligó con la Contabilidad Nacional de España de ese año, dirigida en esta ocasión, por Manuel de Torres. Al mismo tiempo, Olariaga, como yo pude comprobar, desarrolló argumentos múltiples para justificar la estatificación del Banco de España. Con esa base surgió un impulso añadido para cambiar nuestra economía, integrándola en la Unión Europea. Destacó, inmediatamente, el papel de una persona relacionada con la llamada «Doctrina Social de la Iglesia». Se trataba de José Larraz. Y esa línea triunfó, con el apoyo de jóvenes economistas, encabezados por Ramón Tamames, a partir del libro Formación y desarrollo del Mercado Común Europeo (1965). A causa del proceso de la Transición, surgió otro problema: el de un nuevo planteamiento del mercado laboral, con oscuras bases keynesianas, capaces de crear una realidad española pintoresca, alterando sustancialmente el mensaje del vínculo con Europa. El que todo no se viniese al suelo se debió a la puesta en marcha del llamado Pacto de La Moncloa. Para su formulación y consolidación fue fundamental la actuación de otro de los economistas jóvenes que habían aparecido con mucha fuerza en Madrid: Enrique Fuentes Quintana. Y esos mensajes se completaron con los de Luis Ángel Rojo, en el Banco de España; los de Fabian Estapé, desde Barcelona; y los de Jaime Lamo de Espinosa, como Ministro de Agricultura y Catedrático de Agronomía; sin olvidar la relación con el comercio internacional, de las aportaciones de Varela Parache; y la ratificación de las críticas de Manuel de Torres al modelo de Girón, a través de Alfredo Santos Blanco.
Así es como se creó una alteración radical de la estructura económica de España, generando una cuarta realidad económica. La primera, fue consecuencia de la unidad creada por los Reyes Católicos desde 1492 y las expansiones por Europa, África y Ultramar; la segunda, la creada a partir de la Guerra de la Independencia y la separación de los Virreinatos americanos; la tercera, la situación nacionalista-proteccionista muy general en Europa, sobre todo desde 1880; la cuarta es la presente, con la base de la Constitución de 1978 y de nuestra integración europea, que forzosamente va a crear una estructura económica más derivada de lo que se decida en Bruselas, o quizás en Wall Street, que de lo que se imponga en Madrid.
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