Opinión
La coalición de los líos
El origen de la inestabilidad es la decadencia de Podemos y la futura plataforma de Yolanda Díaz
Es verdad que los problemas se soportan mejor en Moncloa que en la oposición, pero no por ello desaparecen por arte de magia. Sánchez sufre un calvario interminable desde que formó gobierno con el grupo de activistas demagogos y populistas encabezados por Iglesias. Estoy seguro de que duerme bien, me extrañaría lo contrario conociendo su capacidad de resistencia, pero la desaparición del errático líder de Podemos no ha traído sosiego al consejo de ministros. Su sustitución por Díaz parecía positiva, quizá por su carácter más templado a diferencia de su antecesor, pero no ha sido así y todo indica que la tensión se irá incrementando hasta el final de la legislatura. El origen de la inestabilidad es la decadencia de Podemos y la futura plataforma de Díaz, que era algo que no tenía previsto Iglesias cuando decidió convertirse en un líder a la fuga. Ese escapismo temporal se ha convertido, muy a su pesar, en definitivo, porque la vicepresidenta le ha comido el terreno, se ha desembarazado de su tutela y ha convertido al dúo Montero y Belarra en algo irrelevante.
Más allá de las excentricidades de ambas ministras, la realidad es que son casi invisibles. Díaz las ha eclipsado e, incluso, los medios y los periodistas de izquierdas solo muestran interés por la titular de Trabajo. Esto ha elevado la tensión entre ellas y tienen una relación pésima. Esta conflictiva situación se traslada, como es lógico, al gobierno y todo indica que irá creciendo hasta el final de la legislatura. Estoy convencido de que Garzón seguirá como ministro y en cualquier momento su torpeza ofrecerá un nuevo capítulo en el esperpento gubernamental. Es muy significativo que los enfrentamientos no se mantengan en secreto e incluso ni siquiera se minimicen, porque a Moncloa le resulta útil situarse en la centralidad frente al radicalismo de su socio preferente. Por otra parte, a Sánchez le viene muy bien organizar un cordón sanitario con PP y Vox, para situar a sus aliados parlamentarios en un callejón sin salida y así sacar adelante sus proyectos legislativos. Por eso no le importa que su rival gobierne en Castilla y León siempre que dependa del partido de Abascal. Y cuanto más, mejor para su estrategia de estigmatización.
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