Economía
Un motivo del cambio económico español
La raíz de esa unión ideológica se encontraba en que había que crear en España cimientos nuevos, superando los viejos, como hizo Alemania
Una vez más, queda claro, en el análisis de la realidad económica española, la famosa frase de Keynes de que son las ideas las que acaban cambiando, para bien o para mal, la realidad económica que contemplamos. Pero he aquí que, en el caso concreto de España, surgió una interrogación. Un hundimiento colosal en Alemania daba lugar, gracias a la aceptación de ideas económicas radicalmente diferentes a las anteriores, a un formidable desarrollo.
Por eso, tiene interés, para saber de qué manera decidimos rectificar, lo que se deduce de un artículo interesantísimo de la profesora de la Universidad de Sevilla Rocío Sánchez Lissen, publicado en Economic History Research, 2020, nº16, págs. 125-135. Así, conocemos cómo la llegada de nuevas ideas económicas a España, a través de la revista Moneda y Crédito, pasaron a enlazar con lo que ideológicamente había sucedido en Alemania.
Esa comparación tuvo una base, debida a la crítica feroz –es el adjetivo que le cuadra– que Perpiñá Grau había hecho al llamado modelo castizo que, desde Cánovas a la II República había orientado la política económica española. Aquélla fue recogida por el conjunto de los discípulos de Flores de Lemus no exiliados, e integrados en la Sección de Economía del Instituto de Estudios Políticos. La búsqueda de este vínculo con lo que había ocurrido recientemente en Alemania, la tenemos en el nº 1 de 1941, de la Revista de Estudios Políticos, con la aportación de Valentín Andrés Álvarez: La economía como ciencia y como arte, donde glosa favorablemente el contenido del libro de Eucken, ¿Nationalökonomie-wozu? (1939), con esta frase: «La economía se encuentra desde hace mucho tiempo en una peligrosa crisis… Se oye por todas partes que… está en bancarrota». Y a partir de esa glosa, Valentín Andrés comprende la necesidad de desarrollar toda una serie de enlaces con la gran obra de Eucken, Die Grundlagen der Nationalökonomie (1940). La raíz de esa unión ideológica se encontraba en que había que crear en España cimientos nuevos, superando los viejos, como hizo Alemania. En un lado y en otro, el edificio se había agrietado y, por lo tanto, había que repararlo y soportar tal obra; y un economista español tenía que contemplar lo que en Alemania se había señalado como obligación para eliminar las grietas importantísimas que habían surgido. En el caso de España, había que liquidar lo señalado por Perpiñá. Asombrosamente, éramos, tras 1945, entre los países civilizados, el único importante que tenía una economía autárquica y no poseía «una verdadera economía de cambio con el exterior».
Por eso, es lógico que, en el trabajo citado de Sánchez Lissen, se nos señale de qué manera, desde 1943 a 1966, toda una serie de artículos publicados en la revista Moneda y Crédito se orientó para responder a esas necesidades. Afortunadamente, también esa nueva oleada ideológica apareció en otras revistas. Por ejemplo, en Anales de Economía, en su nº1, marzo 1941, Valentín Andrés Álvarez publicó El indicador del mercado, págs.73-101, donde explica por qué no se deben poner más límites a la libre actividad del empresario, que «aquellos estrictamente indispensables para que esa libertad no perjudique el cumplimiento de los fines supremos del Estado».
Este planteamiento se trasladó de Alemania a España, favorecido por la presencia en Madrid de Stackelberg, y, al ámbito universal, por la llamada Doctrina Social de la Iglesia. En el pensamiento católico, como habían señalado economistas de la Escuela de Salamanca, en relación con las ventajas de la libertad económica, existía este mensaje. Basta leer la obra de Marjorie Grice Hutchinson, El pensamiento económico en España (1177-1740) (1982) línea que se había escurrido a partir de la Encíclica Rerum Novarum de León XIII, creando un enfoque que se alteró radicalmente por San Juan Pablo II, en favor de la economía libre de mercado. Así se enlazó con lo que en la Universidad de Friburgo y en la revista Ordo se estaba defendiendo, o sea, que el mundo católico estaba de acuerdo con lo que defendían los Eucken y compañía en Alemania. Basta leer la Encíclica Centesimus Annus. Por cierto, que la Universidad de Friburgo se liga con esa maravillosa jovencita alemana que fue Edith Stein que, por seguir los mensajes de Friburgo, fue martirizada por el nacionalsocialismo.
En España eso se unió a la aparición de la Facultad de Ciencias Políticas y Económicas, en 1943, donde, con los profesores Olariaga o Torres, la influencia de Perpiñá y de Valentín Andrés Álvarez, sin olvidar al citado Stackelberg, se generó esta carga ideológica nueva, emparentada con lo triunfante en Europa. Ahí se encuentra el éxito de Ullastres que se relaciona con un planteamiento inicial surgido en 1939, que tengo redactado, pero aún no publicado, con el título Del modelo económico que nunca existió.
Juan Velarde Fuertes es economista y catedrático
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