Pedro Sánchez

Los consejos de Sánchez

Conociendo a Pedro Sánchez, es difícil pensar que se trate de un consejo desinteresado. Sabe que una derecha dividida y enfrentada no puede hoy alcanzar el poder

Pedro Sánchez se permite dar consejos a Pablo Casado sobre con quién debe o no debe pactar el Partido Popular. Lo hace a propósito de los futuros acuerdos para formar Gobierno en Castilla y León, pero extendiendo la recomendación a cualquier entendimiento con Vox en toda España. Se trata de condenar a este partido conservador, que él considera de ultraderecha, al más riguroso ostracismo. No importa que sea una fuerza política votada por millones de ciudadanos y que se mueve, aunque sea con alguna estridencia, dentro de los cauces constitucionales. Lo pide el gobernante que tiene en su Gobierno a ministros comunistas y populistas de izquierda, enemigos de la Monarquía constitucional y del «régimen del 78», y que se sostiene en el poder gracias a los separatistas y los herederos de ETA. ¡Lo mejor de cada casa! Su propio partido estableció en su día, con buen criterio, unas líneas rojas que él se ha saltado a la torera, con consecuencias funestas para España y para el papel de España en el mundo.

Lo primero que habría que responder a Pedro Sánchez es aquello de «consejos vendo y para mí no tengo». Con semejante demostración de cinismo, este hombre no tiene autoridad moral para aconsejar al principal partido de la oposición con quién puede o no puede gobernar, con quién tiene que hablar o a quién darle esquinazo. Dice Cervantes en «Persiles y Segismunda» que para ser consejero se requieren tres cualidades: «la primera, autoridad; la segunda, prudencia, y la tercera, ser llamado». Sánchez carece de las tres. Parece claro que nadie le ha dado vela en este entierro, que previsiblemente, a juzgar por lo que apuntan las urnas, será el suyo. Lo de Castilla y León no es aún el gorigori del sanchismo, pero se le parece bastante. Sólo un PSOE liberado del propio Sánchez y de los actuales compromisos, que lo desfiguran y radicalizan, podría pedir al PP que no se comprometiera con la gente de Abascal, como ha sugerido, para jolgorio de la izquierda y desconcierto de la derecha, José María Aznar.

En fin, conociendo a Pedro Sánchez, es difícil pensar que se trate de un consejo desinteresado. Sabe que una derecha dividida y enfrentada no puede hoy alcanzar el poder. Por eso procura meter cizaña. Lo escribió en el siglo XVI Alonso de Varros: «No dará consejo sano el que su interés procura». En buena lógica, Pablo Casado debería hacer todo lo contrario de lo que le aconseje un político tan poco fiable como el actual presidente del Gobierno. Sería la mejor manera de no equivocarse en la presente encrucijada.