Guerra en Ucrania
Palabras para Alina
Notas del cuaderno de viaje, cuarta jornada: Varsovia-Francia a la vuelta de la frontera entre Polonia y Ucrania. Atardece sobre Alemania un atardecer tan dulce que Francfurt parece Conil de la Frontera. Bienvenidos a Francfurt de la Frontera, dicen los carteles. Hablando de fronteras, los niños viajan en el coche tan callados y tan quietos en sus sillitas que parece que tienen 34 años. Los chavales de esta guerra van por ahí con mochilas llenas de gominolas que les va dando la gente porque lo único que uno puede darles es azúcar y el pésame.
Cómo será la cosa que de Ucrania salen los coches con la palabra NIÑOS pintada a brochazos para que los rusos no les disparen durante la huida. La propaganda de Putin les asegura que si salen de Ucrania les separarán de sus madres y nunca podrán volver a su país. En la guerra, los críos aprenden a quedarse callados, a no hacer ruido y a no moverse, y después se quedan así un tiempo, que parecen de yeso. Echo de menos las rabietas de los niños de Madrid que se echan al suelo del supermercado cuando su madre no les compra un chupachús y no estos niños que callan para que no les maten.
En el asiento trasero de la furgoneta, Alina llora en silencio la maldita fortuna de sus 19 años y dos carreras universitarias truncadas camino de España. Ya no puede volver atrás porque la vida ya le empuja como el aullido interminable del poema de Rafael Alberti. El suyo es un exilio con control de velocidad de crucero a 132 kilómetros por hora, sistema de aviso por colisión y franquicias de comida rápida cada cinco horas.
No conoce el mundo al que va y ha saltado por los aires el mundo del que viene. Alina es un punto que se mueve en el mapa. Su universo chico son su madre, el móvil y una maleta trolley como la que yo llevaría para pasar dos días en Salamanca. ¿Por qué llora, Alina? ¿Por su padre, por aquel chico, por el pupitre, por la amiga, por su casa? O llora en general por todo ese mundo que se aleja a jamais. Nadie lo sabe. Nadie se atreve a preguntárselo.
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