Guerra en Ucrania
La forja de un líder
Uno de los mayores errores de Putin ha sido infravalorar la fortaleza de Zelenski
El devenir de la historia ha demostrado que los grandes conflictos están determinados en buena medida por la naturaleza del liderazgo de la persona que ejerce en ese momento el poder. En Ucrania, Volodimir Zelenski, un líder hasta entonces improbable, ha determinado el curso de la guerra. La valentía y el coraje con el que ha respondido a la agresión rusa ha inspirado a los ucranianos y cautivado a buena parte de la opinión pública internacional. Un presidente de Ucrania convertido en una especie de estrella del rock era algo difícil de concebir antes de la invasión rusa. El amo del Kremlin tiene una especial facilidad para fabricar iconos de resistencia a nivel planetario. Lo hizo en Occidente con la figura de Alexei Navalni y su disparatado intento de envenenamiento poniendo Novichok en sus calzoncillos.
A estas alturas parece claro que uno de los mayores errores que ha cometido Vladimir Putin en Ucrania ha sido infravalorar las cualidades y la resolución del líder al que pretendía derrocar con la entrada de los tanques a Kyiv (Kiev). Estados Unidos ofreció a Zelenski un salvoconducto para abandonar el país a lo que éste respondió: «La lucha está aquí; necesito municiones y no un aventón». La inteligencia norteamericana le situó como el objetivo número uno de la incursión militar rusa. No se achantó. Hay un abismo entre la huida del presidente afgano, Ashraf Ghani, con bolsas repletas de dinero y la actuación de Zelenski. Quizás sea la diferencia entre un país que cae en manos de las fuerzas oscuras y regresa a la Edad Media, y otro que lucha con sangre, sudor y lágrimas por su libertad. No se trata de rehabilitar la vieja teoría del «hombre fuerte» o del líder mesiánico ampliamente desacreditada, pero sí reconocer el valor del factor humano en la guerra más allá de cuestiones objetivas como la superioridad militar en tropas y armamento. La decisión de Volodimir Zelenski de seguir en el cargo y dar la batalla ha tenido ya enormes consecuencias.
El ex actor ucraniano ha sabido convertir lo que a priori parecían debilidades (el salto de la comedia a la política) en fortalezas. Zelenski ha demostrado una sobrada capacidad para comunicarse con los ucranianos y con el resto del mundo que quiere escucharlo. Domina la puesta en escena y sabe trasladar a su público el mensaje. Desde que empezó la guerra se viste con una camiseta verde militar como cualquier soldado raso. El mismo aspecto con el que se dirige a los políticos occidentales en el Congreso de EE UU, el Parlamento británico, el Bundestag o el Congreso italiano. Si nada se tuerce está previsto que comparezca ante sus señorías este próximo martes. Empezaba a ser una broma entre colegas el lugar que ocuparía España en estas intervenciones. Esta crisis ha vuelto a poner de manifiesto el papel secundario de nuestro país en la escena internacional. Desde la denostada foto de las Azores, España está fuera del proceso de toma de decisiones. Pedro Sánchez no ha sido convocado a ninguna de las videoconferencias que ha organizado la Casa Blanca para debatir el conflicto ucraniano. Mario Draghi fue invitado a la última, a pesar de que también gobierna con los primos hermanos de Podemos, el M5E. La irrelevancia española es también a una cuestión de liderazgo. Y eso, me temo, no es solo de ahora.
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