Pedro Sánchez
Bien por Pedro Sánchez
«Sin la libertad de elogiar, no existe una verdadera crítica»
Para crucificar a la dictadura, a todas las dictaduras, el diario francés Le Figaro llevó a su portada este pensamiento de Pierre Beaumarchais: «Sin la libertad de crítica, no existe un verdadero elogio». Hace sesenta años los periodistas repetíamos esta frase que significaba la ruina moral del dictador Franco.
Pero se le puede dar la vuelta en la democracia y Beaumarchais también acertaría: «Sin la libertad de elogiar, no existe una verdadera crítica». Además de la función esencial de informar, de administrar el derecho de la ciudadanía a la información, corresponde al periodista el ejercicio del contrapoder, es decir, elogiar al poder cuando el poder acierta, criticar al poder cuando el poder se equivoca, denunciar al poder cuando el poder abusa. Y no solo al poder político, también al poder económico, al poder religioso, al poder universitario, al poder cultural, al poder deportivo…
Y bien. Pedro Sánchez ha acertado plenamente al visitar Kiev, subrayando el rechazo de los españoles a la atrocidad de la invasión de Ucrania y a la guerra desencadenada por Putin con repugnante ferocidad. Sé que el sectarismo excluyente, que niega el pan y la sal, hablará de postureo y de obsesión por las imágenes gestuales, al referirse a la visita de Sánchez a Ucrania, cuando España reabre su embajada en Kiev.
No me uno a los sectarios. La guerra encierra siempre un peligro vital. No es lo mismo que desplazarse a un acontecimiento deportivo, a una conferencia internacional o a una feria comercial. Pedro Sánchez se ha jugado su integridad física para respaldar planteamientos ideológicos bien razonados. Parece claro que, si las encuestas le expelen de la Moncloa, eludirá las elecciones españolas y optará a la presidencia del Consejo de Europa, pilotado por la sabiduría de Josep Borrell y Félix Bolaños. Pero eso no disminuye el valor personal que supone desplazarse al corazón de la guerra de Ucrania y a las acciones ensangrentadas de los misiles, las bombas y los proyectiles del Ejército ruso. Bien, en esta ocasión, por Pedro Sánchez. La objetividad periodística exige dedicarle el elogio que tan sobradamente se ha ganado.
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