Economía
Una deuda pública disparada
«El sobresalto será impresionante cuando regrese la prima de riesgo a nuestras vidas»
El elevado nivel de la deuda pública es uno de los graves problemas que tiene nuestra economía. El apoyo del Banco Central Europeo ha sido decisivo para que no suframos otra crisis de deuda soberana que, sin lugar a dudas, no podríamos asumir sin una intervención. La alegría con que se gastan los recursos públicos y se asumen compromisos, siempre me ha causado estupor. Es cierto que un gran número de economistas tiene una concepción intervencionista basada en un pernicioso estatismo heredero del comunismo, la socialdemocracia o la dictadura. Esto no afecta solo a quienes tienen una sensibilidad de izquierdas, sino a buena parte de los profesionales que acaban cayendo en el error de «más Estado» y la teoría de que el crecimiento de la economía hará que disminuya el porcentaje de la deuda sobre el PIB. Esto siempre me ha parecido un juego de trileros, porque no afronta el aspecto esencial que es la cifra total, el despilfarro y la ineficacia en la gestión pública. Muchas veces me pregunto cómo gestionan sus recursos personales esos economistas que ocupan cargos en la administración.
La realidad es que la deuda pública se ha vuelto a disparar alcanzado la elevada cifra de 1,45 billones. Es decir, los números rojos del Estado aumentaron en casi 61.000 millones durante el último año. El ratio está en un 117,7 del PIB. Me parece que es un nivel escandaloso, aunque el Gobierno vive instalado en un festival del despilfarro que es una consecuencia de su electoralismo e incompetencia. Este segundo aspecto significa una irresponsabilidad enorme, porque el sobresalto será impresionante cuando regrese la prima de riesgo a nuestras vidas. Un gobierno serio, al margen de ideologías, debería emprender las reformas estructurales que necesita la economía española y aplicar los recursos donde resulten más eficaces. Es verdad que pedir sacrificios siempre es impopular, como le sucedió a Rajoy, pero es la única salida posible para que no suframos un permanente déficit excesivo. Los malos economistas, no importa si son de izquierdas o de derechas, son los que incurren en el error de acudir al endeudamiento sin aplicar a la vez medidas de contención del gasto y, sobre todo, de favorecer el crecimiento económico. Las administraciones tienen unas estructuras muy pesadas, pero nadie hace nada para reducirlas.
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