Economía

IVA al 5%

Bajar impuestos para combatir la inflación general de la economía no deja de ser un parche

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez bajará el IVA de la electricidad del 10% al 5%.

Aquello que durante tanto tiempo le propuso el Partido Popular y que desde el Ejecutivo repetían que no era posible (Bruselas no lo permitía) o que no servía para nada ha terminado siendo posible y útil bajo el impulso de PSOE y de Podemos.

La desesperación debe de ser lo que tiene: después de habernos prometido que la excepción ibérica y el tope del gas conseguirían una rebaja muy sustancial en los precios de la electricidad y después de que esa medida haya proporcionado hasta el momento resultados más bien decepcionantes (el propio Gobierno cita el ahorro en apenas un 10%, si bien podría ser incluso menor si el propio mecanismo ha modificado el comportamiento de oferentes y demandantes de electricidad), parece que sólo le queda recurrir a la rebaja impositiva.

Pero ésta tampoco es la panacea: no sólo porque el margen de rebaja adicional ya es muy reducido (el impacto de pasar del 21% al 10% es mayor que el de pasar del 10% al 5%), sino porque en el fondo únicamente estamos parcheando a través de deuda un problema que es mucho más de fondo: la inflación y su impacto social.

Bajar impuestos para combatir la inflación general de la economía no deja de ser un parche, sobre todo si la bajada de impuestos no va acompañada de una reducción del gasto público.

En ese supuesto, lo único que se está haciendo es echar mano de deuda y, con la deuda, alimentar el gasto agregado y por tanto la inflación.

No, el precio de la electricidad requiere de soluciones estructurales y de largo plazo: menor intervencionismo y mayor competencia en la generación y comercialización y menores cargas tributarias con carácter permanente, no solo temporal.

Y, a su vez, la inflación requiere de un esfuerzo concertado por desinflar el exceso de gasto agregado: menor expansionismo monetario y mayor austeridad presupuestaria.

De momento, los únicos que están empezando a hablar con cierta claridad son los banqueros centrales: los políticos siguen politiqueando para tratar de retener votos a golpe de talonario y de agravar los problemas de fondo que nos azotan.