Redes sociales

Twitter, por favor bloquéame

Pensaban que habían alcanzado el reino de los cielos porque ellas contenían toda la verdad y el bien objetivo. Ahora son ellas las desterradas

Por más que intento llamar la atención no lo consigo. Un día fui un preadolescente del «baby boom» al que le regalaron un tocadiscos portátil, la mar de moderno, iba con él a la playa y a todas las fiestas donde siempre fui bienvenido. Yo era el alma, subido a las mesas de cocina, pero hoy me siento como uno de los de ahora, deprimido porque las redes no le hacen caso, cabizbajo o con capucha, como si la capucha diese miedo. A veces juego a ponerme una y ver si adivinan la edad que tengo. Lo saben, no me digan cómo. Si Twitter no me bloquea probaré a superar alguno de los retos a los que los hijos de mis supuestos hijos se enfrentan un día cualquiera. Ayer, el algoritmo del pajarito bloqueó sin ton ni son a un grupo de enfermeras feministas, si eran «fachas» lo disimulaban muy bien, que nos ponían en alerta sobre la ley trans. Al final, descubro que Twitter es un ente caprichoso, cambiante según le baile la serie de Netflix del momento. Hace no mucho no se podía escribir nada contra las feministas so pena de padecer el destierro. Cuando cerraban la cuenta, las feministas aplaudían. Pensaban que habían alcanzado el reino de los cielos porque ellas contenían toda la verdad y el bien objetivo. Ahora son ellas las desterradas. ¿Qué os ha pasado, oh sacerdotisas del siglo XXI para que el altar os haya rechazado como a pervertidas? Pensabais que la historia acababa en vosotras, que todo lo anterior o lo posterior se convertiría en escarcha, como diría una letra del maestro Manuel Alejandro, para no citar a poetas o poetisas del canon. Quien no ha llorado alguna vez con Manuel Alejandro no merece abrir un libro de Lorca o de Cernuda, de la carne al espíritu.

Que tomen nota los que se muestran favorables al engendro de la ley trans. Llegará el día en que Twitter os expulsará de su reino porque llegarán otros reyes que os harán agachar la cabeza. Los aplausos de hoy serán los grilletes de mañana. ¿O pensabais que con la ideología de género estaba todo dicho? La ley trans solo es un paso hacia la desintegración. Sois un mero soporte en una carrera de relevos para el que estáis diseñados, yo no, porque he de suponer que la muerte, si no la física sí la mental, la edad del asilo cuando tratan a los viejos como niños de guardería, me acogerá para que no sufra demasiado. Tendréis el nardo rosado y en la pradera de la noche os perderéis como imberbes ninfas azules. Despertad, malditos hermafroditas, van a por vosotros. Twitter no está con vosotros sino con vuestro dinero. Imbéciles, dejadnos hablar antes de que sea demasiado tarde.