Reino Unido

La odisea de Ben

«La paloma de carreras del británico Alan Todd apareció en Alabama, EE UU, a 7.000 km de distancia»

Ben, de 4 años, tenía una importante cita en Guernsey, una isla al sur de Reino Unido. Debía volar 615 km hasta Gateshead, al norte de Inglaterra. Alan Todd, un apasionado de la colombofilia, esperó y esperó, pero su paloma de carreras nunca llegó. La dio por perdedor y por perdido, aunque le extrañó: cuando nació Ben pensó que iba a ser famoso. Una mañana, veinte días después del extravío recibió un email. Un refugio de animales había leído el anillo de la pata de Ben y él aparecía como su dueño. Tuvo que leer y releer. Su paloma estaba nada menos que en Alabama, Estados Unidos, a más de 7.000 km. Según me cuenta Todd, él cree que debido a una tormenta se desorientó. «A las palomas no les gusta el agua ni tampoco pueden volar tantas millas, yo creo que, agobiado al no ver tierra, se fue hacia un transatlántico y allí se quedó. Nunca lo sabremos con certeza», reconoce. William Paschal de Mexia, Alabama, un predicador jubilado, estaba tranquilamente en su jardín cuando «una paloma le vino del cielo. Él pensó que era una señal de Dios». Como Ben ya no podía ni volar, no se marchaba del jardín y Paschal se tomó la molestia de llamar al refugio más cercano, que después se pusieron en contacto con Todd.

A pesar de la alegría inicial, a Todd, que tiene unas 120 palomas y heredó este amor por los animales de su padre, recibió un golpe de realidad. Viajar hasta Alabama era mucho más caro de lo que jamás hubiera imaginado. Llamó a un amigo periodista de la BBC y le contó su situación. El diario «The Sun» al ver la noticia comenzó una campaña para traer a Ben de vuelta. Se encargaron de los billetes de ambos (Ben esta vez voló en la bodega) y de los complicados certificados veterinarios para que una paloma pueda salir y entrar en un país legalmente. «Finalmente sólo pagué la factura del veterinario. Fue increíble». Todd voló hasta Nueva Orleans y de ahí condujo para dar las gracias a Paschal antes de ir al refugio. Desde su casa en Gateshead reconoce que Ben ya está mejor, aunque nunca podrá competir. «Lo dejaré para criar. Aunque también he pensado, una vez que esté recuperado, en donarlo a una organización benéfica, aprovechando su “fama”».