Opinión

¿Acudirá Sánchez al auxilio de Díaz?

El calendario no es un aliado de Yolanda Díaz. Más bien al contrario, las fechas electorales avivan unas brasas por la que la cabeza de cartel tiene que caminar descalza. La vicepresidenta lidera un sector en el que tratan de convivir una ensalada de partidos y uno de ellos, Podemos, está avinagrado y su contacto rechaza a unos, aleja a los más y no agrada a la chef de la gran coalición que trata de cocinar a la izquierda del PSOE sin abandonar la idea de atraer nuevos ingredientes para condimentar su Sumar.

Que el calendario no ayuda lo vimos en Castilla y León y Andalucía. Podemos, otrora, atraía a su lado a grupos regionales y locales de todo tipo. Ahora sucede todo lo contrario, pero Ione Belarra trata de forzar coaliciones donde Podemos sea el referente, porque los morados se niegan a ser «uno más», justo lo que quiere Yolanda Díaz, porque no se engañen, Díaz da por amortizado a Podemos.

En Valencia y en Cataluña los morados se han extinguido o reducidos a la nimiedad. En el País Vasco, tras las autonómicas ya no son la piedra filosofal. En Andalucía su división los ha llevado al rincón de pensar. En Extremadura, Izquierda Unida ha recuperado una posición política que perdió en 2015; en Galicia los herederos de los morados son una entelequia; en La Rioja se ha visto de todo; en Asturias las relaciones no mejoran y en Castilla-La Mancha o Aragón no suenan trompetas triunfadoras.

A pesar de este desolador panorama, Podemos bajo la batuta de Iglesias se resiste a perder protagonista aunque su camino empieza a ir por el pedregal que antes transitó Ciudadanos o, incluso, Convergència i Unió. Este último partido no existe y sus herederos todavía no han encontrado la brújula, mientras que los primeros vagan como zombis con el alma en pena señalando el camino de la extinción. Las comparaciones son odiosas, pero Podemos no es consciente de que tiene el camino marcado. Si no se encuadra con Díaz sus días están contados.

Eso sí, hasta que ese día llegue están dispuestos a ser la piedra en el zapato de la vicepresidenta. No le vendría mal a Yolanda Díaz que Sánchez moviera pieza en el Ejecutivo. Que provocara una crisis de Gobierno. Eso le permitiría sacar pecho y marcar su impronta. Le permitiría erigirse en la líder que todavía no es. Fue señalada como tal pero al no ser obediente y sumisa a las directrices de Pablo Iglesias, el exlíder le hace la vida imposible augurando enfrentamientos por las listas y agrias discusiones en la definición del espacio «alternativo» de la izquierda. Para afianzar este liderazgo nada mejor que designar a quienes la acompañarán en la coalición en el Ejecutivo.

Ahora Díaz es una líder sin partido y Podemos es un partido, supuestamente, sin líder, esto mucho más evidente. Tiene en su mano Pedro Sánchez lanzarla al estrellato dándole dotes de mando y así, de paso, el PSOE consolida a su aliado de referencia porque muchas alcaldías y algunos territorios estarán regidos por la izquierda dependiendo de la buena salud del espacio antes definido como morado. Si este espacio cae de forma estrepitosa como en Andalucía o Castilla y León, el PSOE perderá las municipales y las autonómicas, cosa que no es un buen presagio ante las generales.

Yolanda Díaz está empecinada en volver a llevar la política al espacio izquierda-derecha tras el fiasco de la dicotomía arriba-abajo. Un espacio en el que se encuentran más cómodos IU, Compromís y hasta los Comunes de Ada Colau, los principales aliados de Díaz en Cataluña que no acaban de superar su propia pandemia que los ha relegado al área metropolitana de Barcelona desapareciendo del resto de la comunidad. El PSOE también está cómodo en el binomio izquierda-derecha y que su socio se avenga al mismo porque esto es indicativo de que volverá la política al territorio y se enterrarán las ideas de Jaimito que han plagado la política territorial y municipal de los últimos años. Veremos si Sánchez acude al auxilio de Yolanda Díaz. Los dos se la juegan.