Política
El ridículo del ejecutivo Garamendi
Yolanda ha demostrado, una vez más, su inteligencia. Le manejó como a una marioneta
Tras tres derrotas electorales en un año y con las encuestas muy desfavorables, el Gobierno está inmerso de ardor guerrero. El verano le ha producido un efecto similar al de los malos estudiantes, que quieren aprobar el examen quedándose sin dormir la noche anterior, en un fútil intento de repasar aquellos apuntes que ignoraron durante el año. La realidad es que quedan pocos meses y el escenario es desfavorable, aunque con Sánchez nunca se sabe y tiene en el cajón más de cien mil millones de fondos europeos para inundar de dinero la maltrecha economía. Hasta ahora hemos estado dopados con la compra de deuda por el BCE. Los ERTE, que ya existían y no son un invento del errático equipo económico, han sido muy positivos desde que surgió la crisis pandémica. La propaganda gubernamental, con la eficaz transmisión de la izquierda mediática, los presenta como una graciosa concesión, que rayaría la genialidad, de La Moncloa, pero la realidad es que todos los países de la UE aplicaron estos mecanismos excepcionales para que no se destruyera el tejido empresarial y preservar un empleo que podía desaparecer por culpa de una situación ajena e imprevisible. En ese curioso ardor guerrero encontramos, incluso, a los ministros más apocados y que presuntamente eran independientes, lo cual es un camelo porque nadie lo es desde el momento en que se incorpora a un gobierno. Es algo que siempre me ha parecido una chorrada. Los que asumen el programa de un partido, lo son hasta las cachas, aunque no tengan el carné. Por cierto, los conversos acaban siendo más fanáticos para hacer mérito y mantenerse en los cargos. A todos les encanta el cargo ministerial y el coche oficial. Ese fervor por la confrontación lo encontramos en Yolanda Díaz, la secretaría de CC OO en la sombra, que ha animado a las movilizaciones contra la patronal. Menudo ridículo ha hecho Garamendi, porque de nada le ha servido ser el fiel edecán de la vicepresidenta segunda. Estos ejecutivos de provincias acaban siempre deslumbrados por el boato ministerial y los gestos de afecto que sus titulares despliegan cuando les interesa. Yolanda ha demostrado, una vez más, su inteligencia. Le manejó como a una marioneta. No hay más que ver cómo se ha merendado a Pablo Iglesias y sus delegadas gubernamentales.
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