Doña Letizia
El oficio de la Reina Letizia
«Con la Reina se extingue el concepto de matrimonios desiguales, que era causa de exclusión de la Corona»
No es nada fácil el oficio de reina en una monarquía parlamentaria. Es más complicado siendo consorte y si no se ha nacido en una familia real. El término plebeya es muy peyorativo y me desagrada. Nos retrotrae a los tiempos del Antiguo Régimen. La Historia de la Monarquía en España ha sido muy convulsa, aunque también en el resto de los países europeos. La diferencia es que en muchos ha desaparecido. A pesar de que todos los reyes desde Carlos IV hasta Juan Carlos I han nacido, vivido o muerto en el exilio, la institución ha sobrevivido y se ha restaurado en dos ocasiones. A esto se unen los dos breves periodos republicanos y la dictadura del general Franco, aunque España era un reino sin rey. No incluyo, expresamente, a José Bonaparte, que nunca fue un soberano legítimo. Están las regencias del general Serrano y el breve reinado de Amadeo I de Saboya, cuya legitimidad es incuestionable y el propio Alfonso XII reconoció tras la Restauración los honores que había concedido. La llegada de la Reina Letizia, una brillante periodista de clase media, extingue el concepto de matrimonios desiguales que eran causa de exclusión de la Corona e incluso de la línea de sucesión.
No hay más que recordar a don Alfonso de Borbón, príncipe de Asturias, que acabaría sus días trágicamente y utilizaría el bonito título de conde de Covadonga, o el infante don Jaime, duque de Segovia. Esta normalidad se ha impuesto, desde hace tiempo, en todas las monarquías europeas y las ha aproximado a la sociedad. El padre de Isabel II, el rey Jorge VI se casó, cuando era duque de York, con una aristócrata, lady Isabel Bowes-Lyon, hija del XIV conde de Strathmore y Kinghorne. Tras la abdicación de su hermano Eduardo, asumió la corona. Desde hacía mucho tiempo, la reina consorte inglesa era una princesa. Habría que remontarse a algunas de las esposas de Enrique VIII para encontrar a hijas de la alta nobleza. Esa normalidad entró en el siglo XX sin ninguna dificultad en la estricta y cortesana monarquía británica. Doña Letizia se ha convertido en una gran reina en unos tiempos, además, muy difíciles y convulsos. El jefe del Estado es don Felipe, pero la labor de su consorte es fundamental para la eficacia, prestigio y credibilidad de la Corona.
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