Editorial
Robles abandera una Defensa reforzada
La nueva etapa presupuestaria debe ser aprovechada para dotar a las Fuerzas Armadas con los medios que los desafíos del siglo XXI requieren y dimensionar una industria de Defensa competitiva y puntera
El papel de Margarita Robles en el gobierno de coalición con Unidas Podemos, y en el seno de la alianza Frankenstein, con prácticamente todos los enemigos de los valores de la España constitucional y del espíritu y los principios que enarbolan las Fuerzas Armadas, conlleva someterse a diario a una suerte de prueba de supervivencia política. Puede que sea el único miembro del gabinete de Pedro Sánchez que no ha encontrado ni hallará una mano tendida ni un discurso respetuoso o deferente entre los socios de Moncloa. Que la principal oposición o censura a su gestión o a la toma de decisiones en la órbita de su departamento haya partido de aquellos que, al menos oficialmente, comparten acuerdo de legislatura y, por tanto, proyecto, resulta insólito y tan poco serio como que no goce de adhesiones más explícitas y concluyentes en los sillones y los despachos socialistas. Ironías, sinsabores o amarguras políticas al margen, tampoco parece que a la ministra le quite horas de sueño lo que digan o dejen de decir sus colegas de la ultraizquierda. Incluido su habitual hostigamiento, en el marco de la guerra desatada por Putin contra Ucrania, sobre cualquier particularidad del esfuerzo considerable de logística militar y de compromiso intenso españoles en el aprovisionamiento y adiestramiento a las tropas de Kiev, planes liderados por el equipo de la ministra Robles. Los presupuestos del Ministerio de Defensa han constituido el último punto de fricción, que ha sido agitado por los morados en el curso de la negociación para sacar compensaciones. Pero más allá del mercadeo, el incremento de un 25 por ciento en las últimas cuentas, absolutamente excepcional dado el déficit endémico arrastrado y patrocinado por los distintos gobiernos de todo signo, supone un esfuerzo justificado y responsable, que además tiene que garantizar ese 2% del PIB en materia de inversiones en Defensa para 2029, que daría cumplimiento a los acuerdos en la OTAN. Margarita Robles ha abanderado este extraordinario impulso de modernización, refuerzo y también, por qué no decirlo, de justicia con el ejemplar y sacrificado colectivo que forman los militares españoles. La nueva etapa, instada, también hay que decirlo, por circunstancias especiales y globales como un conflicto en Europa de alcance geoestratégico mundial, debe ser aprovechada para recomponer y dotar unas Fuerzas Armadas con los medios que los desafíos del siglo XXI requieren y dimensionar una industria de Defensa competitiva y puntera capaz de generar liderazgo y puestos de trabajo. También se abre una ocasión para atender y vigorizar la maltratada y desatendida cultura de Defensa, imprescindible en toda sociedad madura en democracia. En una entrevista con LA RAZÓN, la ministra Robles, a la que hay que ponderar los méritos de capitanear un departamento crítico en un tiempo convulso, con solidaridades contadas a su alrededor, ha enfatizado que «invertir en defensa es invertir en paz, libertad, seguridad y valores democráticos». Es una verdad contrastada.
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