Opinión
Un Mundial de fútbol Tecnodigital
Mañana empieza una nueva edición del Campeonato Mundial de fútbol, la 22ª desde el primero celebrado en Uruguay en 1930, y seguido cada cuatro años con la excepción de 1942 en que la FIFA no pudo organizarlo por la II Guerra Mundial y 1946 que tampoco se celebró por la situación económica subsiguiente al conflicto. En cada campeonato ha concitado el interés de esa significativa parte de la población mundial aficionada al deporte rey, con un interés sólo comparable al que concitan los Juegos Olímpicos celebrados también cada cuatrienio. De las 21 ediciones precedentes, para nosotros son particularmente recordados los Mundiales de 1982 como país organizador con Naranjito como mascota, y el de 2010 en Sudáfrica inolvidable por el maravilloso triunfo conseguido por nuestra selección. En todas esas ediciones del Mundial, Qatar, el actual país organizador ha estado ausente, lo que da una idea de lo singular de esta elección que viene acompañada de no pocas polémicas por lo mismo. Los aficionados del hemisferio boreal o norte, en el que se encuentra España, están acostumbrados a un calendario para su desarrollo adaptado a las ligas europeas y coincidiendo con el comienzo de la estación veraniega, por lo que esta edición, inaugurada mañana 20 de noviembre con el partido entre las selecciones de Qatar y Ecuador, y con la final prevista para el 18 de diciembre en vísperas navideñas, ha cogido en plena liga. Va a ser extraño a nuestras costumbres seguir los partidos en esas fechas , pero «poderoso caballero es don dinero» y los yacimientos petrolíferos de Qatar le convierten en el tercer productor mundial por lo que sobran argumentos para entender el porqué de esta elección. Este mundial estará cargado de nostalgia con la despedida de varias leyendas del fútbol, sucedidas con el debut de otras grandes promesas, pero además por cerrar una época ya que la próxima edición serán 48 los países participantes, entre otras novedades. Una de ellas será mañana al empezar a rodar el balón, –Al Rihla, es su nombre, que proviene del Árabe «El viaje»– pelota que sabremos está compuesta de 20 paneles que mejoran la precisión de su control. Y por si eso fuera poco, lleva incorporado un chip para semiautomatizar la detección del fuera de juego. Confiemos en que con tantas incorporaciones de la más avanzada tecnología digital –ya tenemos bastante con el VAR–, el fútbol no pierda su atractivo, convirtiéndose en una especie de deporte tecno-científico. A partir de mañana la política y hasta la guerra en Ucrania, van a pasar a segundo plano de interés mediático. Al menos sería bueno un alto el fuego con ese motivo.
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