Opinión

El perdón del multiétnico Infantino

Desde ayer estamos inmersos en el Mundial de Qatar, aunque resulte más que extraño seguirlo en estas fechas, acostumbrados a los calendarios ligueros nacionales e internacionales de la UEFA. Lo indiscutible es que en los 21 mundiales anteriores no se había vivido una edición rodeada de tanta polémica política como la actual, ante el contraste de un país organizador tan carente de tradición futbolística como sobrante de recursos petrolíferos y financieros. El cocktail explosivo estaba servido de antemano si a esto se le añade la lejanía de su respeto a los DDHH, y en particular a los de las mujeres y los homosexuales, convertidos en el epicentro de los patrocinados por Occidente.

Ha querido aplacarlo el presidente de la FIFA, el abogado italosuizo Gianni Infantino –aposentado en la cúpula de la jerarquía futbolística Mundial desde hace más de 13 años– con una rueda de prensa inaugural convertida en una escenificación teatral y una exhibición de ignorancia, tan solo superada por el nivel de corrupción económica del que se acusa a esa controvertida decisión de organizar allí el Mundial. Lo resume todo el titular periodístico de su «argumentación» exculpatoria: «Por lo que los europeos hicimos por el mundo en los últimos 3.000 años, deberíamos estar pidiendo perdón otros 3.000 antes de empezar a dar lecciones morales a la gente». Por si no fuera suficiente lo dicho, proclamó sentirse –cual nuevo redentor del mundo– poseído de «sentimientos muy intensos» desgranándolos, con estudiadas pausas escénicas, a continuación: «Hoy me siento catarí, árabe, africano, gay, discapacitado, inmigrante…». Lo cierto es que de lo único que no se sentía es de lo que realmente era y es.

Incluso dado que afirmó sentirse homosexual no siéndolo, su director de comunicación –que al parecer sí que lo es– intervino para proclamarlo y decir que no había tenido ningún problema en Qatar, y que podían venir los homosexuales que quisieran con total tranquilidad. El polifacético y multiétnico, discapacitado, trabajador inmigrante y en sus ratos libres presidente de la FIFA, nos debe la explicación de lo realizado por los europeos desde mil años antes de Cristo, para saber por qué tenemos que disculparnos. Los españoles, en particular, tenemos conciencia de la Leyenda Negra por la que debemos pedir perdón de acabar con la ejemplaridad de la democracia antropófaga azteca, fundando universidades y hospitales en su lugar, pero eso fue quince siglos después de Cristo.

Por cierto, la Hispania romana fue evangelizada por el apóstol Santiago y visitada por la Virgen del Pilar en el año 40, y los árabes nos «visitaron» durante 8 siglos a continuación. Pide perdón tú, Infantino.