Mascotas

Tu novia o tu perro

Tratamos a nuestros animales como a nosotros mismos, con la misma afición o crueldad de la que somos capaces para con nosotros

Una vez compré un bolso para perro equivalente (en cosas para mascotas) a un bolso de Chanel en calidad y estética. El propietario de la tienda de aditamentos para perros mimados y dueños chalados me dijo (delante de mi hija Inés)  que  era una marca muy de “putas”.

-¿Cómo?, pregunte molesta, pero aún más intrigada...

-Es sencillo, las putas...

-Mujeres accesibles... Corregí mirando a Inesita, que no perdía comba.

-Las putas -rebuznó- tienen gustos extravagantes, perros pequeños y les sobra el dinero.

-Pues a mí no me sobra

-Será que no es usted puta.

Cuando sales al paseo diario encuentras un mundo fascinante: están los humanos que saludan sólo a tu perro y en todo caso te hablan con voz de perro mirando a tu perro, a todos ellos yo les respondo como un gentil sabueso. Y luego están los que dicen perrete. Ione Belarra, tiene cara de decir “perrete”, a mí no me la da..

En efecto, la cara es una expresión psicológica y estoy convencida de algo: la gente elige a sus mascotas, especialmente a sus perros como se ven a sí mismos (por eso es habitual encontrar razonables parecidos humano-can por la calle) y algo más interesante aún: tratamos a nuestros animales como a nosotros mismos, con la misma afición o crueldad de la que somos capaces para con nosotros. Como en un test proyectivo.

Observando las relaciones entre mascotas y políticos en la convulsa escena parlamentaria que nos ocupa, cabe comentar que el Anteproyecto de Ley del Maltrato a los animales liderado por Belarra se remitió al Congreso sin la correspondiente supervisión del Consejo General del Poder Judicial. A lo que el CGPJ conociendo como se las gastan las chicas de la ministra tras conocerse el contenido del anteproyecto ha dado su opinión y publicado sus “peros”: resulta que la Ley contempla una pena de entre 3 y 18 meses de prisión para aquel que lesione a un animal (necesario el tratamiento veterinario para su sanidad) mientras que un hombre que pega a su mujer tiene una pena de 6 meses, si no requiere tratamiento. Los juristas y demás españoles se agarran la barriga de risa mientras los más impresionables se tapan los ojos de espanto, una vez más, por el extraño sentido de la proporcionalidad de nuestro gobierno.

Cierto es que los que vivimos con perros, en general, los adoramos más que a determinadas personas, porque ofrecen una compañía y afecto incondicionales, hasta el punto de reducir nuestro estrés y minimizar nuestras variadas carencias.

Pregunta comprometida: ¿A quién escogerían al borde de un precipicio mortal, a su pareja o su mascota?

A los que no están familiarizados con animales, les sorprendería constatar la cantidad increíble de amos que hablan con sus perros normalmente; y no me refiero a palabras salteadas ni diminutivos cursilones, me refiero al mantenimiento de charlas íntimas sobre los aspectos más diversos y preocupaciones.

Dichas personas _está claro_ escuchadas en comprometida y discreta entrega por sus peludos y pacientes amigos, con los que posteriormente duermen, por supuesto, los elegirían antes que a ningún vertebrado humano si fueran Meryl Streep en “La decisión de Sophie”.

¡Y qué hijo o cónyuge se alegra de manera tan visible al vernos entrar en casa! ¿Quién nos prioriza y nos ofrece su atención en cualquier momento tanto si somos ricos o pobres, guapos o feos, exitosos o fracasados, si estamos gordos, como delgados pase lo que pase?

No hay duda, ellos nos quieren más que a sí mismos, pero cuidado con devolvérselo y humanizarlos dándoles un sitio que no le corresponde ni pueden entender.

¿Han visto los calendarios de adviento para perros y gatos? Pues los venden, luego se compran. Calendarios de adviento para niños, se entiende; cada día una chocolatina para tensar la ilusión navideña, al igual que la decoración, y toda la parafernalia festiva ¡celebremos la vida! Pero…

¿Han visto la cantidad de personas que no dejan a sus animales caminar por las calles, olisqueando y entregándose a sus actividades fisiológicas y en su lugar los llevan en un carrito de cuatro ruedas como bebés? Pobres. La petofilia es un trastorno bien definido en psicología. Cuando se humaniza a un perro se lo está, de alguna manera, maltratando porque se le anula su verdadera identidad.

Por su parte, nuestros políticos y gobernantes, adoran a los perros, y no digamos los reyes. Carlos II de Inglaterra, pocas veces fue visto sin sus Cavaliers King Charles. La reina Victoria tampoco se separaba de su precioso Cavalier tricolor llamado Dash y son famosos los Corgi galeses con los que la Reina Isabel II iba a todas partes.

Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Emmanuel Macron y hasta Vladímir Putin se humanizan publicando fotos con sus bien amados perros… ¿Quién no recuerda a Sully? el perro del presidente de los Estados Unidos George H.W. Bush, cuya imagen al lado del ataúd de su dueño recorrió todo el mundo ¿o a ‘Pecas’? (DEP) el perro de Esperanza Aguirre, que tenía cuenta propia en Twitter, gestionada por Isabel Díaz Ayuso. ¡Qué fantasía!