Economía

Cuando las barbas de un fondo americano veas pelar

La crisis de Blackstone –otra vez sector inmobiliario– puede ser un episodio aislado o no, como diría Rajoy, pero es un indicio de que en épocas de incertidumbre económica hay que extremar la prudencia

Miguel de Cervantes (1547-1616) decía que «la historia es émula del tiempo y aviso del presente, advertencia de lo por venir». Hay mucho ejemplos, pero la regla no siempre se cumple, lo que no impide que haya que estar sobre aviso cuando surgen señales inquietantes. Los primeros balbuceos de la Gran Recesión de 2007-2008 fueron los problemas de algunos fondos de inversión y en las famosas hipotecas subprime. La historia, a pesar de todo, no se repite, ni tan siquiera con el VAR, que sirve tanto para reinterpretar una jugada polémica como para que el PSOE haga rectificar al presidente aragonés, Javier Lambán, por esbozar una crítica a Pedro Sánchez, digan todos ahora lo que digan, mientras principia otra discusión sobre los datos de paro del mes de noviembre, en teoría buenos –33.512 parados menos, pero también 155 afiliados menos a la Seguridad Social , pero sobre los que existen dudas estadísticas de si hay que contabilizar o no como desempleados a los fijos discontinuos cuando no trabajan porque, en ese caso las cuentas serían muy diferentes.

En Estados Unidos, al mismo tiempo, el fondo de inversión Blackstone Real Estate Income Trust (Breit), es decir, un fondo inmobiliario de 125.000 millones de dólares invertidos en apartamentos, oficinas, centros médicos y logísticos, no ha podido al 43% de las solicitudes de retiradas de fondos de sus partícipes. Blackstone –con presencia en España aunque limitada– también ha anunciado que limita la retirada de fondos de los inversores para evitar ventas forzosas de activos ilíquidos. Las acciones de la compañía se hundieron un 7,09%, a pesar de que informó de la venta de su participación del 49,9% en dos casinos de Las Vegas a su copropietario Vici Propierties Inc, para rebañar 1.270 millones de dólares de liquidez, que aumentaría en otros 9.000 millones si vende sus títulos de deuda según el propio fondo. La crisis de Blackstone –otra vez sector inmobiliario– puede ser un episodio aislado o no, como diría Rajoy, pero es un indicio de que en épocas de incertidumbre económica hay que extremar la prudencia. El refrán popular lo advierte: «cuando las barbas –el fondo de inversión– veas pelar, echa las tuyas a remojar». En 2013, con motivo del rescate de Chipre, un humorista lo convirtió en «cuando los ahorros de los chipriotas veas merkelear saca los tuyos del banco y ponlos bajo el sofá». Exagerado, sin duda. La historia no siempre se repite, pero ¡ojo!, con el precedente de las «subprime», sirve de advertencia, como sugería Cervantes.