A pesar del...

«Menor jornada, más productividad»

En ningún momento se les ocurrió pensar que no se puede lograr aumentar la productividad aumentando por la fuerza los costes de las empresas. No es la menor jornada la que incrementa la productividad. Es al revés.

Así rezaba uno de esos titulares de El País que pulsan de inmediato el detector de falacias del pensamiento único. ¿Cómo pudieron llegar a esa conclusión?

Pues, siguiendo a pies juntillas la insolvente argumentación políticamente correcta del Gobierno, que cree o parece creer que para aumentar la productividad hay que imponer por la fuerza la reducción de la jornada laboral a 37,5 horas semanales. «Los cálculos del Ministerio de Trabajo apuntan que el recorte de jornada beneficiará a un total de 12,5 millones de asalariados. Un tercio de estos empleados (4,4 millones de personas), que son los que ahora tienen las jornadas más largas, trabajarán al menos una hora y media menos a la semana. Todo ello sin que los salarios se vean afectados». Por supuesto, no faltaba la clásica represión progresista, con «sanciones a las empresas incumplidoras».

Hablando de empresas, no había ni una sola mención a los mayores costes que deberán afrontar, y sus consecuencias en términos de productividad y empleo. Solo que «se ha descolgado la patronal CEOE», y, naturalmente, «sería deseable seguir intentando conseguir el respaldo de los empresarios y concitar el máximo apoyo parlamentario».

Deja caer que no es el poder político el que reduce la jornada: «Se busca así dar rango legal a una tendencia que ya se observa en los convenios colectivos». Pero mezcla las razones objetivas con el buenismo progre: «el rumbo a escala internacional ha sido reducir las horas de trabajo, gracias a los avances tecnológicos y a la creciente concienciación sobre la importancia del equilibrio entre la vida laboral y la personal». Como si diera lo mismo la tecnología que la propaganda y la ingeniería social. Y, como siempre, presumiendo de monopolizar la ciencia: «No hay estudios académicos que sostengan con claridad que esto haya afectado negativamente a la productividad».

En ningún momento se les ocurrió pensar que no se puede lograr aumentar la productividad aumentando por la fuerza los costes de las empresas. No es la menor jornada la que incrementa la productividad. Es al revés.

Por lo tanto, lo que deberían hacer las autoridades para reducir la jornada laboral sin matar la gallina de los huevos de oro es facilitar la apertura de los mercados y la reducción de los costes para las empresas. Es decir, deberían hacer exactamente lo contrario de lo que hacen.