Opinión

El milagro de Empel

Situados en pleno puente –más bien un acueducto…–,en esta semana que algunos conocen como de la «Inmaculada Constitución» es oportuno referirse al denominado «Milagro» de Empel, localidad de los Países Bajos donde los Tercios españoles combatían durante la guerra de los ochenta años –guerra de Flandes– contra las 17 provincias unidas de los Países Bajos que se habían rebelado contra la autoridad del Rey Felipe II.

Los días 7 y 8 de diciembre de 1585, el Tercio Viejo de Zamora, de unos 5.000 hombres al mando del maestre de campo Francisco Arias de Bobadilla, se encontraba en una muy difícil posición de la isla de Boma junto a los ríos Mosa y Waal. Bloqueada la posición por una flota de más de cien navíos al mando del Almirante Filips van Hohenlohe-Neuenstein, carentes de víveres y ropas secas, la situación era desesperada.

El Almirante enemigo al mando propuso entonces una rendición honrosa, que obtuvo una clara respuesta española: «Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos». Ante la misma, fueron abiertos los diques para inundar el campamento español. Al poco la única tierra firme era el montecillo de Empel donde se refugiaron los soldados del Tercio.

En esa crítica situación, un soldado español que excavaba una trinchera para protegerse del frío y del bombardeo de la flota encontraba una tabla flamenca con la imagen de la Inmaculada grabada. Los acontecimientos se precipitaron: anunciado el hallazgo, el Maestre Bobadilla lo interpretó como un signo de protección divina y colocó la imagen sobre un altar exhortando a sus soldados a combatir encomendándose a la Virgen Inmaculada. Esa noche, un frío y un viento helador se hicieron presente congelando las aguas, y atrapando a parte de la flota enemiga, aprisionada entre los hielos.

Al amanecer del día siguiente, fiesta de la Inmaculada Concepción, los infantes españoles corriendo sobre las heladas aguas atacaron por sorpresa las naves de la escuadra enemiga obteniendo un resonante triunfo. El Almirante llego a decir: «Tal parece que Dios es español al obrar tan grande milagro». Entre vítores y exclamaciones, aquel mismo día la Inmaculada fue proclamada Patrona de los Tercios españoles de Flandes e Italia. Siglos después, el papa Beato Pío IX definía el 8 de diciembre de 1854 el Dogma de la Concepción Inmaculada de la Virgen María, y en 1892 la Reina Regente María Cristina la declaró Patrona de la Infantería española.

En 1664 Felipe IV estableció el 8 de diciembre como jornada festiva en todos sus reinos y dominios. España era y es la Nación inmaculista.