Reyes Magos de Oriente

Estrella de Occidente

Desde Andalucía partieron, siguiendo una estrella

Me lees en uno de mis días favoritos del año. Se puede palpar por los rincones la alegría de los más pequeños, tras una noche de nervios y una labor encomiable de los Reyes Magos. A pesar de la crisis, estos seres mágicos y su legión de pajes siempre buscan la manera de sorprendernos. Puede que con ese detalle que jamás nos hubiéramos comprado… por caro, ¡por inconcebible! En todo caso, afortunados quienes nos hemos levantado hoy con el privilegio de ese cariño «real» junto a algún ser querido. Muchos, muchísimos no habrán tenido esa suerte, en esta España de la incertidumbre económica.

¿Sabías que existen dudas consistentes de que los Reyes Magos procedieran de Oriente? Lo explicaba el Papa Benedicto XVI en su libro «La infancia de Jesús». Según las investigaciones del entonces Cardenal Ratzinger, procedían del extremo Occidente europeo, de la antigua Tartessos, del sur de Andalucía. ¡De mi tierra, vaya! Y más que reyes, eran sabios.

Desde Andalucía partieron, siguiendo una estrella. Cuentan el evangelista Mateo y el profeta Isaías que los Reyes llevaban meses persiguiéndola, porque no paraba de moverse. Por fin, un día la estrella se detuvo sobre un portal, en la ciudad de Belén. Y así fue como se encontraron con el Niño Jesús.

Más que Reyes, esos eran andaluces sabios. Que me lo digan a mí, que ayer mismo tuve el privilegio de conocerles, de recorrer con ellos las calles de mi ciudad natal en una cabalgata. Una asociación que vela por que, en este día, ningún niño se quede sin juguete, me concedió el honor de ser esa estrella que les guio por San Fernando, en Cádiz, para repartir regalos e ilusión. Unos mil menores de familias vulnerables han amanecido hoy felices, gracias a gentes solidarias de mi Isla.

¿Qué pedirles a los Reyes Magos? Si me pongo, la carta no acaba. Pero lo primero que una desea es que sigan existiendo a su alrededor personas con el corazón generoso. Personas que te hagan crecer por dentro. A sus Majestades, te cuento lo que ayer les verbalicé: Salud, que nunca nos falte. Y no voy a mirar por mí, voy a velar por todos nosotros si les reclamo toneladas de sensatez para nuestros representantes políticos. Honestidad de ellos en el comportamiento y, por qué no, también carbón a espuertas, visto lo visto cada semana en el hemiciclo. Pido mucha paciencia nuestra, ciudadana, para soportar todos los mítines y promesas huecas que se nos avecinan antes del asalto electoral de las municipales, autonómicas y generales. Y sobre mi oficio, me remito a Sabina: que ser valiente no salga tan caro, que ser cobarde no valga la pena. Déjame hoy pensar en modo cursi, que soy estrella de Occidente y es el día de Reyes.