Pedro Sánchez
Artificieros contra el «tic tac»
La norma estrella del ministerio de Irene Montero es lo más parecido a una bomba de relojería
Hay que tener «cuajo» para defender con tanto énfasis, entusiasmo y determinación justo lo que se negaba poco menos que antes de ayer. Ya no hay miembro de la parte socialista en el gobierno ni dirigente del PSOE que, con el nuevo argumentario en mano elaborado por la fábrica de contenidos de la Moncloa, se sustraiga a la labor de artificiero con vocación de desactivar la bomba incontrolable del «sí es sí». Es tan evidente que en el núcleo duro dentro de la guardia pretoriana de Sánchez eran perfectamente conscientes de que la ley del «sí es sí» prácticamente desde su entrada en vigor suponía una verdadera y auténtica chapuza, como la escalada en los niveles de pánico dentro del mismo ejecutivo, cuando se ha ido reparando en que la norma estrella del ministerio de Irene Montero es lo más parecido a una bomba de relojería que puede estallarles en la cara si algún beneficiado de los que han regresado a la calle vuelve a reincidir. Bomba que ya está explotando a modo de racimo con el conteo imparable de casos que día a día vamos conociendo en forma de cumplimientos de condena antes de los previsto por obra y gracia de una ley empapada de ideología pero ajena a toda la lógica jurídica.
El nuevo escenario que se nos brinda esta misma semana, con antesala en las declaraciones de la propia ministra de Igualdad avisando de que una posible reforma no debe afectar al corazón de su ley, es el de una auténtica procesión de ministros socialistas haciendo eso que tan bien han aprendido de su jefe de filas, el presidente del Gobierno, y que no es otra cosa que resaltar con la mayor de los énfasis y contundencia justo lo contrario de lo que tiempo atrás se defendía. Se hace como viene siendo costumbre sin el más mínimo rubor. Un escenario en el que ya se vocea entre pánicos demoscópicos y precampaña electoral la especie de que el Gobierno está decidido a mejorar el «sí es sí», pero en el que la «soberbia infantil» de la facción podemita puede terminar acarreando justo lo que más hace temblar las piernas de los estrategas de la Moncloa que no es otra cosa que una sonora y muy mediática reincidencia que nadie desea. La bomba lleva tres meses rodando por el empedrado y los artificieros solo pueden salir de la mesa del consejo de ministros.
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