Insensateces
Se acabó
Al machista siempre hay alguien dispuesto a darle cobijo (como en el caso de Navarro) o justificación
Todo lo que quiero saber sobre Carlos Navarro, el «Yoyas», es nada. No quiero saber si le gusta la comida de la cárcel; si se adapta o si no se adapta; si le parece bien o mal el relato de su ex mujer sobre sus malos tratos; si estaba deprimido por no ver a sus hijos o todas esas mierdas que está contando su abogado a los medios que se la están poniendo a huevo, que le están dando la posibilidad de seguir adquiriendo notoriedad, de seguir contando todas esas mentiras típicas que ya hemos oído de todos esos tipos que son una basura. Lo único que necesitaba saber, y que ha costado demasiado tiempo, es que ya está entre rejas. Y, por supuesto, me podía haber ahorrado la arcada seca que me produjo en su día aquella entrevista en mitad de un bosque. No todo vale en este negocio y no todo se puede camuflar bajo el derecho a la información. El Yoyas se enfrenta, ya era hora, a cinco años y ocho meses de prisión por un delito de maltrato habitual y cuatro de lesiones contra su ex mujer, Fayna Bethencourt. Además de toda esa hoja de servicios execrable, tiene en su expediente otros dos delitos de vejaciones y amenazas que fueron presenciados por sus hijos menores de edad. Pero este menda escapó. Y pudo hacerlo porque nadie le puso una pulserita telemática, nadie le vigiló. Esos casi dos años oculto han provocado que la verdadera condena la viva la víctima. Y ha sido ella, con su denuncia pública y constante, la que ha conseguido que el proceso no haya caído en un cajón. La misma víctima de la que algunos sospechaban. Y todo por ser poderosa, por cuidarse, por iniciar otra relación o por no aparecer destruida ante las cámaras. Todo eso no le gusta a los que prefieren que una mujer maltratada sea un despojo o tendrán inmediatamente la tentación de dudar de su versión. Porque al machista siempre hay alguien dispuesto a darle cobijo (como en el caso de Navarro) o justificación. Así que, de momento, se acabó el cuento. Ahora habrá que esperar a que Fayna encuentre la paz y sus hijos también y que acaben los recodos para este tipejo en los medios.
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