Eleuteria

Alberto Garzón, triturado

Alberto Garzón ya ha comprobado en sus trituradas carnes por qué una mayor politización de la sociedad no nos conducirá hacia mayores armonías sociales sino hacia un mayor enfrentamiento civil

Dice Alberto Garzón, ex ministro de Consumo, que la política es una trituradora de carne. Y lo dice porque los suyos, los de la izquierda, colocaron el grito en el cielo cuando se enteraron de que pretendía fichar por la consultora/lobby conformada por ex altos cargos de PSOE y de PP. No debería haberle sorprendido demasiado a Garzón que iba a ser la reacción social mayoritaria porque él mismo contribuyó entusiastamente en el pasado a activar la trituradora de carne clamando genéricamente contra las puertas giratorias: no contra la enorme capacidad del Estado de intervenir en la economía y de, por tanto, repartir unas prebendas que luego todos los lobbies quieren comprar, sino contra la posibilidad de que los políticos pasen del sector público al privado gerencial. En 2016, incluso llegó a glosar una cita de Lenin en la que éste decía: «la supresión completa del arribismo exige que los cargos honoríficos del Estado, aunque sean sin ingresos, no puedan servir de trampolín para pasar a puestos altamente retribuidos de bancos o sociedades anónimas, como ocurre hoy constantemente incluso en los países capitalistas más libres».

Ahora, esas opiniones se han vuelto contra él mismo. Aunque, para ser sinceros, probablemente la marabunta lo habría engullido igualmente aun cuando jamás se hubiese pronunciado en contra de las puertas giratorias. La propia izquierda nacional construyó parte de su imaginario de dignidad colectiva en el rechazo a esas transferencias profesionales desde el sector público al privado. De ahí que si semejante relato se desmoronaba, sobre todo si lo hacía justo antes de unas decisivas elecciones autonómicas, cabía prever que la izquierda política y mediática fuese a despellejar sin miramientos a uno de sus antiguos referentes con tal de salvar los muebles electorales. A la postre, en política no hay relaciones de amistad, sino únicamente de interés: y el principal interés es perpetuarse en el poder. De modo que todo aquel que aleja a los grupos políticos del poder es rápidamente reconceptualizado como un traidor. Lo llamativo del caso, empero, es que siendo la política una ruin, desagradecida, corruptora y desalmada, siga siendo idealizada por tantos sectores de la izquierda como el modo de organización que deberíamos extender a toda la sociedad: «menos mercado y más política», nos suelen repetir muchos (el propio Alberto Garzón, entre ellos). Pero Alberto Garzón ya ha comprobado en sus trituradas carnes por qué una mayor politización de la sociedad no nos conducirá hacia mayores armonías sociales sino hacia un mayor enfrentamiento civil en el que se triturará sistemáticamente la carne de todos aquellos adversarios y antiguos aliados que se conviertan en cargas. No necesitamos más política, sino muchísima menos.