
Con su permiso
Alguna lección para el futuro
La gente descubrió que sin luz en casa puedes cenar con velas y hablar de tu vida con tus padres o tus hijos

Se va definiendo ya con algunos perfiles borrosos lo que nos atravesó y dejó mudos el lunes pasado a las 12 horas, 33 minutos y 16 segundos. Todos sabemos qué pasó. Nadie aún cómo y por qué. Sólo el presidente Pedro Sánchez tiene alguna intuición dado que descarta absolutamente que algo así pueda producirse mientras confiesa que no hay que descartar ninguna posibilidad puesto que nadie sabe nada en firme. Un nuevo ejercicio de visión panorámica de y hacia el futuro, puesto que a cualquiera de los seres humanos incluso los expertos en eso que se llama prospectiva le resulta intelectualmente inasumible no saber qué pasó pero sí que no volverá a pasar. Lorena asiste entre atenta y estupefacta a la polémica técnicopolítica de la que está gozando el atento público de su querida España. Parece ser, lee en algunos medios, que la cosa partió de una caída de energía por la desconexión de una planta solar en Extremadura. Por lo visto, esa primera oscilación se pudo controlar, pero inmediatamente después, en menos de dos segundos, llegó otra que no fueron capaces de estabilizar. Según entiende Lorena porque la llamada potencia firme, que es la que se mantiene porque depende de decisiones y factores humanos, como la generada por el agua o las nucleares, no era suficiente dada la mayor presencia en el sistema de las renovables, que no dependen de una decisión humana o técnica, sino que están al albur de la meteorología. Entiende Lorena que lo que eso quiere decir es que no se pudo introducir la energía suficiente en el sistema y eso provocó su caída definitiva. Y yendo un poco más allá, pondría en cuestión la velocidad a la que se está implantando en España esa energía limpia, sostenible, de futuro. Se recupera el viejo debate de nucleares sí o no y se entra en la discusión de si podemos aspirar a ser potencia real en eso de la electricidad eólica y solar, dado que no parece que estemos demasiado preparados para resolver con ella o por ella cuestiones críticas como el parón del lunes.
Se le ocurre a Lorena que quizá huyendo de la responsabilidad de impulsar demasiado deprisa un tipo de energía necesaria y vital pero aún lejos de poder volar sola, por ir demasiado de verde cuando aún no está la cosa madura del todo, se convirtió Sánchez en casi el único español en defender cuando ya lo descartaba cualquiera y especialmente la empresa Redeia, la posibilidad de un ataque cibernético. Mejor, pensó ella y leyó también en algún periódico, sembrar la duda sobre un ciberataque que empezar a reconocer que podría haberse equivocado en algo. Cuando ya quedó claro, en la segunda parte de la semana, que lo del ciberataque como que no, pues señaló, marca también de la casa, a otros posibles responsables en el sector eléctrico, o sea las poderosas compañías generadoras y suministradoras y la no menos poderosa Red Eléctrica, encargada de transportar de manera eficaz la electricidad a los hogares españoles.
Le parece a Lorena que acaso debiéramos tomarnos en serio lo de debatir si estamos yendo o no demasiado deprisa en la transición energética a un mundo limpio. Pero en serio, asumiendo todos la situación y, desde luego, su responsabilidad. Lee en un periódico Lorena que ya hace tiempo el propio ministerio de Transición Ecológica señaló por escrito, en una respuesta parlamentaria, que «en un escenario de tan elevada penetración renovable será fundamental disponer de elementos que doten de flexibilidad al sistema, contribuyendo a la calidad y seguridad del suministro». O sea, que se obligaba a sí mismo a estar ojo avizor porque demasiadas renovables podrían crear problemas. Le parece a Lorena que no da la sensación de que se haya hecho demasiado en ese sentido. Se diría, visto lo visto, que todos queremos ser verdes y el Gobierno encabeza esa loable pretensión, pero el trabajo que requiere, el esfuerzo y es posible que la renuncia a que obligue no son cosa que vayamos a asimilar tan fácilmente.
Se teme Lorena, que tiene clarísimo que esta discusión es necesaria a todos los niveles, en la calle, en los partidos, entre las administraciones, que se diluirá en la frívola costumbre de los agentes de lo público de echarse en cara lo que hacen mal sin ofrecer alternativas ni construir en positivo. Lo haces fatal y tú más sigue siendo el tema, y el futuro, pues condicionado a encontrar vetas de rentabilidad electoral. Lo de siempre.
Al menos queda un consuelo después de lo del lunes: mucha gente, sobre todo gente joven, descubrió que sin móviles se puede jugar, sin internet puedes salir a la calle y hablar con los vecinos, y sin luz en casa puedes cenar con velas y hablar de tu vida con tus padres o tus hijos.
La desconexión desnudó las vergüenzas de esta política de mirada corta, pero también lo lejos que nos estamos yendo de lo más hermoso que tenemos, la capacidad de juntarnos, la vocación real de sentirnos parte de un grupo, la posibilidad de jugar en la calle con nuestros amigos en lugar de por la tele con gente extraña. Esto, al menos, será, confía Lorena, una enseñanza hermosa para el futuro.
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