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El año que volveremos a vivir peligrosamente

Por primera vez en la historia, en 2024, unos 4.000 millones de personas tendrán la posibilidad de votar para elegir a sus gobernantes

Zanny Minton Beddoes, directora de The Economist, escribía hace unas semanas que «en teoría, 2024, debería ser un año de triunfo para la democracia. En la práctica será todo lo contrario». La inmensa mayoría de las previsiones para el año que principia están repletas de prevenciones y coinciden en la incertidumbre. Incluso Pedro Sánchez, que todo lo ve positivo, en especial lo que hace su Gobierno, no ha tenido más remedio que admitir que hay incógnitas en el futuro. No obstante, ya lo decía Wolfgang Munchau, escritor y gurú del Financial Times alemán, miembro del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores: «Los pronósticos están sobrevalorados en cualquier caso».

Por primera vez en la historia, en 2024, unos 4.000 millones de personas tendrán la posibilidad de votar para elegir a sus gobernantes. La mitad, más o menos, 2.000 millones se espera que acudan a las urnas y depositen sus votos, en unos casos en libertad y en otros con condicionantes que reducen esa libertad y que ensombrecen el proceso. Los habitantes de Iowa (Estados Unidos) serán, sin duda, los primeros, a mediados de enero, en mostrar sus preferencias, que apuntan ahora a Trump, algo que preocupa en más de medio mundo. Enseguida también llegará el turno de los gallegos, algo más que una meta volante para Alberto Núñez Feijóo y Pedro Sánchez, sin olvidar a Yolanda Díaz, en guerra fratricida con Pablo Iglesias, que pide el voto para el BNG. En 2024 también habrá elecciones al Parlamento Europeo, en el País Vasco, en Rusia, Reino Unido, India, Indonesia, Bangladesh, Taiwán, México, Sudáfrica y así hasta 70 países diferentes, para rematar con el plato fuerte de Estados Unidos. Nunca tantas personas han tenido la oportunidad de votar. El problema es que en algunos lugares como en Rusia, «todo está atado y bien atado», que diría otro dictador, para que Putin se perpetúe. Lo mismo sucede en otros sitios, sobre todo de África o Asia, como en Indonesia. Algunas elecciones pueden llevar al poder a fuerzas políticas y dirigentes que no son forofos de la democracia liberal y que propugnan autoritarismos, de extrema izquierda o extrema derecha, que generan intranquilidad y mucha incertidumbre. Mel Gibson y Sigourney Weaver, en todo su esplendor, protagonizaron en 1982 la película «El año que vivimos peligrosamente», una historia político-romántica en la Indonesia de Sukarno en 1967. Ahora, los protagonistas son menos atractivos, con muchas democracias en peligro, en un 2024 peligroso y «estresante», como también escribe Zanny Minton.