
Los puntos sobre las íes
El belicista Trump
El que ha puesto firmes a Netanyahu y a los terroristas es el hombre más poderoso del planeta
El Partido Demócrata estadounidense afrontó derrotado la campaña de las Presidenciales de 1980 frente al mayor animal político del siglo XX excepción hecha de Churchill: Ronald Reagan. Desesperados de la vida, llevaron a cabo una tormenta de ideas para determinar cómo contrarrestar la notable ventaja que el californiano de Illinois les llevaba en todas las encuestas. Alumbraron una genialidad en forma de pregunta que figura con mayúsculas en los anales del disparate: «¿Cómo vamos a tener a un actor en el Despacho Oval?». Olvidaban que había sido un excelente gobernador de California y que era un comunicador prodigioso. A los republicanos les faltó tiempo para responder al rival: «¡Si hemos sufrido a un payaso [por Carter]!, ¿por qué no vamos a tener a un actor?». Que era un genio lo demuestra no sólo su espectacular conducción de la economía durante sus ocho años de Presidencia, sino un hecho que sustenta esta opinión más allá de toda duda razonable: los rehenes de la Embajada en Teherán, secuestrados por el tirano Jomeini, fueron liberados la madrugada previa a su toma de posesión. El 20 de enero de 1981, concretamente. El republicano liquidó en los dos meses y medio que transcurrieron entre su victoria y su estreno en el Capitolio una crisis que su pánfilo antecesor no había sabido resolver en un año. Exhibió unos reflejos políticos que ya les gustaría para los días de fiesta a los politicastros de nuestros días. No en vano, en las siguientes elecciones, las de 1984, logró el mayor número de votos electorales de la historia: 525 de 538. Trump no es ni jamás será Reagan porque en la vida hay cosas que son física y metafísicamente imposibles y porque el segundo poseía un carisma, una oratoria, una ética y unos niveles de seducción que jamás alcanzará el hombre que pasado mañana regresa a la Casa Blanca. Pero ha estado cumbre al lograr una tregua en la guerra de Gaza iniciada por los terroristas de Hamas ese 7 de octubre de 2023 en el que asesinaron a 1.400 personas, secuestraron a más de 200 y violaron a decenas de mujeres. Todos judíos, naturalmente. El marido de Melania ha conseguido antes incluso que Reagan, a seis días de su vuelta por la puerta grande, el milagro que Carter bis, es decir, Biden, intentó sin éxito desde que los amigos del Gobierno Sánchez abrieron la caja de los truenos matando como si no hubiera un mañana. Que nadie se engañe: el que ha puesto firmes a Netanyahu y a los terroristas es el hombre más poderoso del planeta, no un Biden que está gagá. Prometió que acabaría con la guerra de Gaza y con la de Ucrania «en menos de 24 horas» y ha cumplido la primera de las promesas antes incluso de que el contador eche a andar. E igualmente estoy convencido de que es el único que puede meter el miedo en el cuerpo a Adolf Putin, esperemos que sin humillar a Ucrania. Intuyo que le guía más el pragmatismo que el idealismo, un empresario sabe mejor que nadie que belicismo es igual a ruina, pero eso es lo de menos, lo de más es acabar con las conflagraciones. No le darán el Premio Nobel de la Paz como a Obama, que mantuvo a los EEUU en combate los 2.920 días de su Presidencia, ni le reconocerán tampoco el incontrovertible hecho de que es el primer líder del mundo libre en cuatro décadas que no inicia una guerra. Cosas de esa mierda de pensamiento único que tiene los días contados: la derecha es fascista y belicista y la izquierda progresista y pacifista.
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