
Aunque moleste
El sanchismo era esto
Déjalo ya, Pedro: lo que está por venir será peor
Ni eran bulos ni fango ni era la fachosfera. Era el sanchismo. Santos Cerdán fue el número dos del sanchismo, su hombre de confianza en las conversaciones con Puigdemont. Nadie mejor que Cerdán administraba los deseos de Sánchez en los bajos fondos de la política. Las cloacas de la fontanera Díez, los votos falsos en las primarias amañadas, las idas y venidas a Ginebra para comprar los escaños del independentismo.
Cerdán no está condenado, pero está en la cárcel. Y lo está porque una Justicia independiente, la misma que quiere enterrar Bolaños, no se ha creído su increíble versión de ayer. Negarlo todo no siempre es una buena estrategia. Colaborar con la Fiscalía y el juez, sí. Sabe más de esto el abogado de Aldama que el fichado por Cerdán a última hora.
La teoría de que no se reconoce en las grabaciones es buena como teoría, pero es una gran mentira, que ni el juez ni el fiscal se han creído. Vale, no quiere colaborar, perfecto, le van a hacer colaborar. Al menos podría haber reconocido que Koldo era su amigo. Que Ábalos también. Que los audios no son IA sino reales.
Seguir alimentando la estrategia del fango, que le persiguen por progresista y antifascista, no vale ni para los muy cafeteros del sanchismo. Teatro del malo. Cerdán está en la cárcel porque se lo ha buscado. Y no va a salir hasta que colabore. Es el mensaje que le mandaron ayer al abogado.
Luego está Pedro. Hombre, mejor dejarlo ya. Lo que está por venir va a ser peor. Mientras más se estira el chicle más gente sale pegada. Y Cerdán era su entorno más próximo. Su hombre de confianza. Lo nombró, lo ascendió, lo aupó y le dio cuantos cargos ha tenido a lo largo de su trayectoria política, los mismos que presuntamente ha empleado en sus andanzas.
La investigación apenas ha comenzado, y en la cárcel siempre hace frío. Incluso en julio en Soto hace frío. Nadie te arropa y piensas que te han dejado solo, cuando él no estaba solo, viajaba con Pedro en el Peugeot, montó el partido a imagen del líder, era su mano derecha.
Esto era el sanchismo. Las mordidas atribuidas a Cerdán, las furcias de Ábalos, el trapicheo de Koldo, los enchufes del hermanísimo, el fraude Gallardo, las filtraciones de Alvarone y los negocios inconfesables de Begoña al amparo de su marido. Pumpido borrando todos los delitos del socialismo andaluz y blanqueando a Puigdemont. Bolaños maniobrando para nombrar jueces y fiscales a su antojo.
Lo ha dicho Felipe González, que no es un cualquiera. A esto se le llama corrupción política. La madre de todas las corrupciones. Quien es capaz de amnistiar a delincuentes con tal de ser nombrado presidente, es capaz de casi todo.
Lo que estamos viendo es tan feo, tan tenebroso, que da pavor. Da pena que esté pasando en España. Perdido ya el honor, al descubierto una tras otras las mil y una trampas, sólo queda no seguir dañando al partido, si es que aún le importan sus siglas. Cosa de la que cabe dudar. Lo hubiera dejado ya, si le importara de verdad. Y no está en eso.
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