No es lo que parece
Otra reunión para no cambiar nada
Después de que José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy se hayan reunido, 18 meses después de su última entrevista, los dos siguen donde estaban y España, desgraciadamente, también. La entrevista ha confirmado lo que parecía: que a Rodríguez Zapatero le urgía un acuerdo de mínimos, el que fuese, para intentar lanzar un mensaje de tranquilidad a los mercados. Y que Rajoy acudía a La Moncloa porque no le quedaba más remedio, que se prestaba a la foto por patriotismo, sin más. Y así ha sido. Una foto que no ha servido ni para calmar, aunque fuese por horas, la histeria de los mercados. Visto lo visto, tampoco era un error anticipar que la entrevista no iba a servir para marcar un nuevo estilo de hacer política alejado del bipartidismo de confrontación. El presidente del Gobierno no ve urgente acelerar la reducción del déficit, y tampoco se le pasa por la cabeza impulsar una reforma laboral por decreto, aunque los agentes sociales sigan mareando la perdiz. Por supuesto, tampoco acepta la tesis del jefe de la oposición de que el tiempo se acabó y que es imprescindible ejecutar y gobernar un plan global contra la crisis si no queremos que, como a Grecia, vengan otros a hacernos los deberes. Y Rajoy ha considerado que lo más oportuno para un día como hoy era decir desde la tribuna de La Moncloa que sólo en él se puede confiar y que si los españoles quieren, él está preparado para gobernar. Con estos mimbres, quizás lo mejor sí que sea que se pronuncien los españoles, y que quien pierda esas elecciones se vaya a su casa. Como así será, se celebren ahora o cuando sean. Por algo será que tanto en Ferraz como en Génova lo que más preocupaba ayer por la mañana era cuál de los dos sacaba más rédito de la entrevista en Palacio.
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