Bruselas

1516: La lealtad castellana

La experiencia histórica reviste considerable complejidad que los historiadores tratamos de comprender aplicándonos a la investigación cuyo último resultado es el conocimiento. Se analizan los hechos, pero estos forman procesos que, a su vez, integran conjuntos, en cuyo seno funcionan seis estructuras en interacción dialéctica: religión, política, economía, sociedad, cultura y pensamiento que, durante el tiempo de su interacción cristaliza en mundos históricos. En la situación epocal, los historiadores aplican la metodología que corresponde al momento, penetran en su relevancia histórica y acceden a la personalidad única e irrepetible del mundo histórico.

Las ideas que anteceden son imprescindibles para comprender la extrema gravedad que supuso al proyecto político de los Reyes Católicos (1474 - 1516), la muerte de Fernando II de Aragón, en plena configuración de los valores históricos del mundo moderno, sin que en el Reino de Castilla hubiese finiquitado la dinastía Trastámara, en la persona de Doña Juana, recluida en Tordesillas a consecuencia de una severa enfermedad mental, pero mantenida en su condición de Reina, aunque se injertase una nueva dinastía (la de Borgoña) en base al matrimonio de Doña Juana con Philippe le Bel, del cual nació en 1500 Carlos de Gante que, al morir su abuelo materno Fernando el Católico, asume en Bruselas el Reino de España. En 1517, al morir su abuelo paterno Maximiliano I de Habsburgo, hereda el Reino de Austria y, en 1519 es elegido por los principes germánicos, Emperador de Alemania. De modo que en el transcurso de cuatro años acumuló diecisiete Coronas de otros tantos Estados.

Este singular cambio dinástico produjo en Europa muchos problemas, pero en España originaron más agudas dificultades, aunque, paradójicamente, fue ocasión para destacar valores importantes de la sociedad española del momento. Consiste la cuestión en la coexistencia de Doña Juana como Reina de Castilla, sin legitimidad de ejercicio, mantenida con admirable lealtad –la gran virtud y honor de los castellanos– por Regencia, alta nobleza, Cortes y Comunidades y, en general, por toda la opinión pública del instante, como puede verse en la monumental investigación de Fernando Gómez Redondo, en los cuatro tomos sobre la Historia de la prosa medieval castellana y los dos gruesos volúmenes dedicados a la prosa del reinado de los Reyes Católicos, un conjunto intelectual de opinión pública impresionante que durante dos generaciones destaca, en profundidad, el ocaso de la dinastía Trastámara, a la que ha dedicado una excepcional monografía, a la que remito al lector, destacando sus valores políticos, jurídicos, de afirmación de los objetivos de la Reconquista- Repoblación de Castilla, así como las bases de la unidad nacional, el gran historiador y catedrático Julio Valdeón Baruque.

Estos son los hechos: el conjunto histórico que constituye un mundo histórico, cuya primera piedra son el acuerdo de los toros de Guisando y el primer espíritu, el matrimonio de la princesa Isabel de Castilla, con el príncipe Fernando de Aragón y Rey de Sicilia, ambos Trastámara, por elección libre de Isabel. Capitulaciones matrimoniales en Cervera (7 de marzo de 1469), boda en Valladolid el dieciocho de octubre. Conviene tener en cuenta la mentalidad –tercer nivel de la historia–, pero debe hacerse en historiadores españoles que han estudiado la época, sus personajes y el pensamiento en sus diferentes tendencias; es absolutamente imprescindible hacerlo a través de la lectura de historiadores españoles estudiosos de la época con profundidad y nítido pensamiento histórico; me refiero al catedrático Luis Suárez Fernández.

Aunque son muchos los problemas originados en España con motivo de la crisis de 1516 muchos son también los estudios historiológicos españoles que sin haber conseguido constituir una escuela histórica española han formado espontáneamente un verdadero plantel en el que puede apreciarse la importancia que en la secuencia histórica del reinado de Carlos I ha tenido el ejemplo moral impresionante de la lealtad castellana a la última Reina Trastámara. Ello permite comprender la idéntica lealtad que los conquistadores del Nuevo Mundo americano tuvieron con la dinastía Habsburgo coparticipando, como opinión pública, con el poder, representado desde 1516 por el emperador, manteniendo a su madre como Reina de Castilla y haciendo honor, con ello a la lealtad de los castellanos.

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*Catedrático de Historia de América