César Vidal

¿A quién amenaza Irán?

Que buena parte de la opinión pública occidental padece paranoia con Israel resulta público y notorio. Basta ver la manera en que han reaccionado algunas cancillerías en los últimos días -incluido nuestro Ministerio de Asuntos Exteriores tan lúcido en otros aspectos- para ver que no exagero. Se diría que tanto si se trata de Hamas como de Irán, no nos va nada y que cualquier respuesta enérgica sólo acontece en beneficio de ese Estado perverso por definición llamado Israel. Basta leer la Prensa árabe - hay que saber árabe, claro - para darse cuenta de que la realidad es muy diferente. Permítaseme dar un ejemplo de hace unas horas. El día 2 de este mes, el diario saudí «As-Sharq As-Awsat» publicaba un artículo del editor jefe Tariq Alhumayid titulado «Las negociaciones serán a nuestra costa» donde expresaba la preocupación por la política de Irán y la respuesta norteamericana. Alhumayid -que, desde luego, no es israelí- afirmaba que «Una de las razones más acentuadas del peligro y la dificultad procedentes de Irán es la pasividad de los Estados Unidos hacia Teherán». El saudí censuraba el anuncio de la secretaría de Estado favorable a conversaciones bilaterales con Irán y afirmaba que «Estados Unidos no tiene que atacar a Irán militarmente, pero sin duda su pasividad hacia los mullahs de Teherán no puede ser descrita como pragmática». De hecho, a su juicio, Obama estaría entregando «Irak a Irán en bandeja de plata». La razón, para el editor saudí, se halla en el hecho de que «el actual Gobierno de los Estados Unidos ha ignorado el consejo más importante para la acción política: 'Hablar con suavidad y llevar un gran garrote'». Según Alhumayid, Estados Unidos se está limitando a intentar coexistir con los nuevos statu quo aunque sean «efecto de un golpe de estado... como Egipto». Tal conducta es un grave error porque Irán pretende tener «un papel más importante en la región, en detrimento de nuestra seguridad e intereses». Si, finalmente, Estados Unidos llega a un acuerdo con Irán será, por lo tanto, a costa «de todos en el Medio Oriente y por supuesto el Golfo, y esto, por desgracia, es decisivamente claro». El texto del nada sospechoso editor saudí pone el dedo en la llaga del programa nuclear iraní. No es una amenaza para Israel únicamente -aunque lo es de manera primordial- sino que constituye un peligro de dimensiones extraordinarias para toda la zona. Irak, Pakistán, Afganistán y, por supuesto, Oriente Medio no pueden permitirse un Irán con armas nucleares. A impedirlo debe aplicarse la comunidad internacional cuanto antes. Lo sabe cualquiera que conozca la zona aunque no sea israelí o profese la religión de Mahoma.