Angel del Río

Abierto por vacaciones

Al comienzo de la década de los años ochenta, se produjo un rebrote de la mendicidad infantil en las calles de la capital de España. Se hablaba entonces de una infancia famélica, desnutrida, víctima en algunos casos de la explotación en el mundo de la mendicidad. El alcalde, Enrique Tierno, hizo un llamamiento público para que no se diera limosna a esos niños, sino que su situación se pusiera en conocimiento de los servicios sociales del Ayuntamiento, y así atender directamente sus necesidades. Salvando las distancias del tiempo y las circunstancias, el Gobierno de la Comunidad de Madrid es partidario de orientar la ayuda y atención a los niños que puedan sufrir desnutrición a través de los servicios sociales y no habilitando comedores escolares durante los meses de verano; piensa que más vale ir directamente a la prestación que habilitar un punto de avituallamiento. La oposición en la Asamblea de Madrid coincide en que en nuestra Comunidad hay una infancia desnutrida cuya atención alimentaria no debe quedar interrumpida por las vacaciones escolares, pero los comedores de los colegios no pueden funcionar como comedores de beneficencia, abiertos todo el año, porque existen otros recursos sociales para atender las necesidades de la familia y que mantiene abiertos la Comunidad. El pasado año, la Junta de Andalucía puso en marcha una bolsa de alimentos destinada a satisfacer las necesidades de la población infantil desnutrida durante todo el año. La prueba de que el experimento no resultó del todo satisfactorio es que este curso se ha suprimido el sistema y se ha sustituido por la atención directa a las familias de estos niños, que es lo que propone el gobierno de la Comunidad de Madrid frente a la iniciativa de la oposición de mantener abiertos los comedores escolares en vacaciones. El debate en la Asamblea regional debería escapar de planteamientos políticos en un asunto doloroso, cuya gravedad, según la pinta la oposición, me parece exagerada, y unificarse en la idea de encontrar soluciones racionales y eficaces, que no pasen por colgar en los comedores escolares el cartel de «abierto por vacaciones».